Una de primos y otra de prima
ABOGADOActualizado:Llego a la conclusión de que el término primo tiene infinidad de acepciones, quizás tantas como queramos. Desde el que se refiere al grado de parentesco, consistente en aquellas personas que se hallan en el cuarto grado de parentesco colateral, con respecto a otro, donde uno de sus padres es hermano de uno de los padres del otro, que son a su vez tíos de cada uno de ellos, hasta el que se utiliza para definir al incauto o ingenuo que se deja engañar con facilidad. Pero no acaba aquí la cosa. El uso en femenino nos lleva a terrenos antes desconocidos por casi todos y ahora familiares. A fecha de hoy, el termino prima se sobreentiende referido a la de riesgo, nunca a la prima hermana o segunda, según los casos de cada uno. Así es que para no perdernos, utilizaremos el término primo, para definirnos o retratarnos. Poca gente pensará lo contrario a estas alturas , cuánto hemos hecho el primo votando a semejante energúmeno de presidente. De igual forma utilizaremos el término prima, femenino ella, por mucho que le pese a la otrora y única ministra de 'Igual-dá', que resolvió para siempre nuestras vidas, para adjetivarla como 'de riesgo', no la ministra, que también, sino la que expresa el exceso de rentabilidad que se exige por invertir en un activo con riesgo, frente a invertir en otro sin riesgo.
La semana pasada, la economía vitoreada por ZP como de la Champions League, atravesó el umbral de los cuatrocientos puntos básicos de prima de riesgo. Hoy, el mercado exige al Tesoro un interés que supera el 6% para sus nuevas emisiones de deuda con vencimiento a diez años. Siendo el precio del dinero exorbitante, es asumible entre tanto no se consolide a medio y largo plazo. Hay que advertir que el tipo de interés medio de la deuda pública en circulación se acerca al 4%. En menos de un mes, el riesgo país ha pasado de los 242 puntos básicos hasta superar los 400. ¿Por qué hemos llegado a esta situación? La respuesta es la vulnerabilidad de la economía española ante los acontecimientos. Tres factores han incidido en ello. El primero, los desequilibrios presupuestarios de los dos últimos ejercicios que nos han llevado a una situación de déficit público que cuadruplica los límites impuestos por la Unión Europea, acercándose al 13%. El segundo, se refiere a la expansión vertiginosa de la deuda pública, que ha pasado en ese mismo tiempo del 32% del PIB al 70%. A lo que hay que unir el altísimo nivel de endeudamiento del sector privado español. Y tercero, los niveles de crecimiento de la economía española son tan insignificantes, cuando no son negativos, que ponen en cuestión la capacidad del Estado para hacerse cargo del propio servicio de la deuda. Todo ello, nos lleva a un círculo vicioso que hay que romper, de ahí las manidas reformas estructurales. Hasta ahora, más voluntarismo que realidades, de ahí los ataques especulativos sobre la deuda. Ni más ni menos, estos vienen a reflejar el alto nivel de incertidumbre que rodea a la economía española. La consecuencia inmediata, el Estado tiene que destinar más recursos a pagar los intereses de la deuda, lo que significa que una parte importante de los recursos fiscales van a estar dirigidos al pago de los mismos. La consecuencia inmediata, se detraen cantidades ingentes a la inversión, que deben ser puestas al pago de intereses. Si no hay inversiones, difícilmente va a ver crecimiento económico. La falta de crecimiento impide la generación de recursos. Recursos que se ven condicionados cada día que pasa para poder hacerse cargo de dos partidas presupuestarias de gastos y que desequilibran cualquier presupuesto, la del pago de la prestación de desempleo y la de los intereses de la deuda, que sobrepasan el umbral del 50% del total de la ejecución del Presupuesto del Estado. Lo que nos lleva a certificar los dos problemas más acuciantes de la economía española. El número de desempleados, que supera ya los cinco millones y la necesidad de financiar la deuda, recurriendo a la financiación exterior. Todos recordaremos este verano como el de la crisis de la deuda soberana europea y sus perniciosos efectos sobre los mercados de capitales. España, al igual que el resto de países periféricos europeos, con graves problemas económicos, emite deuda en euros, que no deja de ser moneda ajena a su entorno de soberanía económica, no disponiendo de control sobre la misma. Ello supone no poder garantizar a los tenedores de deuda pública española, la disposición de la suficiente liquidez para hacer frente a los pagos a sus vencimientos. Como el Banco Central Europeo no es un banco central a la antigua usanza, en cuanto que no puede imprimir dinero, dependiendo sus recursos de los dirigentes europeos a través de la institución llamada Facilitador de Estabilidad Financiera Europea, lo que resta capacidad de maniobra y posibilidades instrumentales para garantizar la estabilidad a los mercados, España necesita más que nunca arreglar la crisis desde dentro, recurriendo de forma inmediata al equilibrio presupuestario y garantizar la efectividad de las reformas emprendidas. Desde fuera, los mandamases europeos sólo han dado muestras de descoordinación y de anticipar sus intereses patrios a los de la UE. Por eso, en tanto se crea o no un Ministerio Europeo de Finanzas que nos gobierne a todos, arreglemos España desde dentro.
Pero para ello hay que gobernar, decidir, gestionar, aunque sea políticamente incorrecto. Hay que hacer política económica, que tiene que ser contraria a las bases económicas ideológicas que han sustentado desde los años 50 el ideario socialista. Ideología socialdemócrata que nos ha llevado a vivir e instalarnos en la ficción del que quiere y no puede. Sólo hay que constatar el grado de endeudamiento privado de la economía española, que supera dos veces el PIB, amén del 70% de endeudamiento público sobre dicho parámetro. No se puede pretender salir del problema, retroalimentándolo con más deuda, que es lo que predicaba hasta hace dos días Zapatero y es lo que pretende el actual candidato socialista. Menudo pájaro. Nosotros, primos de verdad y con una prima que es una cruz, la cruz laica que nos impuso ZP.