Pánico a una recaída
Urge un esfuerzo global y concertado que afronte los problemas financieros
Actualizado:La bajada de la calificación de la deuda norteamericana por una de las agencias de 'rating' incrementó el viernes la sensación ya muy extendida de que podríamos estar al borde de una recaída global en la recesión. En nuestro caso, el débil crecimiento de la economía española sufrió una desaceleración en el segundo trimestre, en el que la demanda interna siguió contrayéndose a un 1,9% anual. Ayer, la Bolsa de Israel, la única que abrió en domingo, tuvo que cerrar precipitadamente al registrar una caída del 6%. Y hoy se teme que ésta sea la reacción de la mayoría de los mercados ante la sombría conjunción de la impotencia europea y del declive estadounidense. Empieza a cundir la sensación de que los sistemas democráticos no están siendo capaces de abordar debidamente el problema del excesivo endeudamiento, que aboca a situaciones imposibles en que la carga de la deuda impide a los países crecer lo suficiente para obtener recursos con que pagar lo adeudado. Ante esta amenaza de desmoronamiento de los mercados, las autoridades financieras del G-7 y del G-20 han iniciado rondas de contactos para tratar de arbitrar una respuesta. El BCE mantuvo ayer una reunión de su consejo de gobierno para estudiar la compra de deuda española e italiana, las más castigadas ahora por los especuladores. Esta fórmula es un mal sucedáneo de la creación de bonos europeos, a la que se opone Alemania, con el argumento poco controvertible de que se estaría premiando a los países más frívolos que se han endeudado en exceso, y que, al verse a salvo, dejarían por añadidura de abordar las reformas estructurales a que se han comprometido. Standard &Poor's ha dejado a Obama en evidencia, pero los inversores están poniendo en jaque a diario a los responsables europeos. Hay una ostensible falta de liderazgo a uno y otro lado del Atlántico, que debe ser suplida por un esfuerzo global y concertado ante el conato de pánico. Los acontecimientos negativos se precipitan día tras día y urge una reacción contundente. La política va trágicamente a remolque de una realidad económica que no da respiro.
El espectro de Tottenham
El primer ministro británico, David Cameron, calificó de 'por completo inaceptables' los graves disturbios sobrevenidos en la noche del sábado en el centro de Tottenham (Londres). No es tolerable que una multitud incendie comercios y vehículos, se enfrente violentamente con la policía y le cause una treintena de heridos. Pero el Gobierno tiene que aclarar sin sombra de duda si la causa inmediata de los disturbios, la muerte de un hombre de 29 años por disparos de un policía el jueves, tiene una explicación razonable y puede ser justificada como legítima defensa. El grave suceso tuvo lugar durante una operación contra el contrabando de armas en el barrio, multiétnico y que, como otros, alberga un entramado social complejo. Tottenham está en la memoria de los británicos como un distrito conflictivo desde los graves incidentes que lo sacudieron en 1985, con un origen parecido y en los que, además de incendios y saqueos como ahora, murió un agente. Es razonable esperar a que la comisión independiente que se ocupa de las acciones discutidas de la Policía dé su versión y sería injusto acusar hoy de nada a los uniformados. El Gobierno, entre tanto, cumple con su obligación de evitar el pillaje y de mantener el orden.