Sociedad

Historias en la hamaca

En la maleta también hay espacio para los libros. Existe una literatura de verano, ligera y divertida, pero sin olvidar a los clásicos

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El verano, en fin, esa estación propensa a las peculiaridades. Existen, por ejemplo, las canciones del verano y los amores de verano. Existen las serpientes de verano, los horarios de verano, los programas televisivos de verano y las intoxicaciones alimentarias propias del verano. Existen también, por supuesto, los libros de verano. Se trata de productos editoriales que se presentan y promocionan como idóneos para ser leídos aprovechando las vacaciones: libros generalmente gruesos y vistosos que se meten en las maletas junto a las bermudas y la crema solar; volúmenes más o menos apasionantes que serán disfrutados en la hamaca de la playa y en la tumbona del camping, a bordo del inquietante avión intercontinental de bajo coste y a la sombra de las palmeras de la abarrotada piscina del hotel isleño.

Según los datos que maneja la Federación de Gremios de Editores de España, el 57% de la población española mayor de catorce años lee principalmente en su tiempo libre. El 85,2% de esos lectores afirma hacerlo por «puro entretenimiento». El hecho de que la mayoría de gente disfrute en verano de las mayores dosis de tiempo libre del año y de que en ese tiempo libre lo que se persiga sea precisamente el entretenimiento y el descanso explica que el sector editorial confíe en gran medida su fortuna a las ventas veraniegas. Tras la campaña de Navidad y las ventas del Día del Libro y sus ferias circundantes, es en los meses de verano cuando más libros se venden en España.

¿Qué es lo que un ser humano usualmente constituido tiende a escoger para que le sirva de lectura durante sus vacaciones? Generalmente, algo que 'enganche'. La definición es imprecisa, pero piensen en Ken Follet antes que en Wittgenstein o Marcel Proust. En términos generales, el lector veraniego busca ritmo y evasión, suspense, humor, emociones fuertes. Son los ingredientes -difusos y muy especiados- con los que se fabrican los 'best-sellers'.

No es inusual que sea precisamente antes de las vacaciones cuando comience a darse ese efecto multiplicador que anticipa el gran éxito editorial. De hecho, existen editores que, llegado el mes de junio, son capaces de pronosticar la vida que van a tener cierta clase de libros según la presencia que tengan en las playas del país. El verano puede llegar a ser un test infalible. Fue precisamente en junio de 2008 cuando nuestro paisaje vacacional comenzó a llenarse de un modo casi inexplicable de unos libros negros de extraña portada. En ella se podía leer un título demasiado largo y absurdo como para funcionar mercantilmente hablando. Efectivamente, era 'Los hombres que no amaban a las mujeres', de Stieg Larsson: un bombazo editorial de dimensiones planetarias.

Espíritus ociosos

El libro de Larsson comenzó a arrasar en el verano de 2008, compartiendo su reinado en las playas con 'El juego del ángel' de Carlos Ruiz Zafón, novela que suponía el esperado regreso del autor de la exitosa 'La sombra del viento'. En 2009, la saga 'Millenium' siguió arrasando entre los lectores veraneantes. Le acompañaban en las preferencias de los espíritus ociosos libros como 'El fuego' de Katherine Neville -continuación del 'long-seller' ajedrecístico de 1989 'El ocho' o 'La mano de Fátima', la vuelta de Ildefonso Falcones a la novela histórica tras los inmejorables resultados comerciales de su primer trabajo, 'La catedral del mar'.

El verano de 2010 fue en cambio tiempo de vampiros, ángeles y seres alados de naturaleza fantástica en general. Los lectores juveniles devoraron los libros de la cinematográfica saga 'Crepúsculo', firmados por Stephanie Meyer, escritora estadounidense que, según aseguró en su día Stephen King, «no sabe escribir». Mientras tanto, los lectores adultos ponían a prueba su capacidad para la incredulidad con productos del estilo de 'Angeology' de Danielle Trusonny: un delirio semifantástico con sus cantidades de aventura, Vaticano y erotismo. Además, María Dueñas cautivaba ya a miles de lectores con las pasiones 'vintage' de 'El tiempo entre costuras' y John Verdon dominaba las listas de ventas con la inquietante intriga policial de 'Sé lo que estás pensando'.

Como puede verse, los libros que han triunfado en los últimos veranos son textos variopintos, pero también textos que tienen algunas características en común. Muchos de ellos pertenecen a autores especializados en la fabricación de 'best-sellers' y forman parte además de una saga exitosa de novelas, como 'Crepúsculo' o 'Millenium', o como los libros protagonizados por el historiador Robert Langdon, el personaje principal de las famosas historias de Dan Brown.

Es probable que esta coincidencia se explique porque cierto tipo de lector, cuando escoge el libro que leerá durante sus vacaciones, desea realizar una apuesta segura. Para hacerlo, se inclina sin dudarlo por un autor que vende millones de ejemplares o por un libro que pertenece a una serie que cuenta con la aprobación de millones de lectores. «Tanta gente no puede estar equivocada», piensa. Lo hace aplicando un razonamiento utilitarista sobre un asunto -la literatura- que pertenece en gran medida a las complejas dependencias del espíritu y olvidando además un viejo aserto de Joseph Conrad: «Sólo hay dos clases de libros que se venden muy bien: los que son muy buenos y los que son muy malos».

Verano y género

Otra de las características que comparten los libros que triunfan en verano es la marcada adscripción a un género reconocible. Se diría que al lector de temporada le gusta saber con claridad que el libro que mete en la maleta es policíaco, histórico, fantástico, romántico o humorístico. Se diría que para él esa certeza anticipatoria es otra garantía de éxito y disfrute.

Probablemente, el género negro -desplegando un amplío abanico sangriento que va desde la novela policíaca más turbia hasta el 'thriller' de amable intriga- es el preferido por los lectores a la hora de planear sus vacaciones en el aspecto literario. El auge que la literatura criminal ha vivido en las últimas dos décadas entre nosotros es impresionante. Hoy la oferta de novelas policíacas es tan variada como inabarcable. De cara a este verano, las librerías acogen los nuevos trabajos de algunos valores seguros del género, autores como John Connolly ('Voces que susurran'), Andrea Camilleri ('El vestido gris'), Donna Leon ('Testamento mortal'), John Verdon ('No abras los ojos') o Val McDermid ('Un territorio oscuro').

El género fantástico también es uno de los que mejor combinan con las largas tardes del verano. Los jóvenes lectores son los principales partidarios de unos libros que abarcan una temática que va desde la espada y brujería a la ciencia ficción. Todo apunta a que uno de los fenómenos literarios del verano va a estar protagonizado por la reedición de las novelas de George R. R. Martin en las que se basa la serie televisiva 'Juego de Tronos'. Se trata de un ciclo épico titulado 'Canción de hielo y fuego' que queda entre Tolkien y el Rey Arturo y, en sus mejores momentos, pasa rozando las tragedias de Shakespeare.

La literatura de humor es otro de los géneros que pueden resultar más apetecibles. Muchos lectores están desde hace semanas carcajeándose con las agresivas ocurrencias del padre de Justin Halpern ('Las chorradas de mi padre') y con el punzante humor 'british' de la recuperada Stella Gibbons ('Flora Poste y los artistas'). La reedición de una pequeña joya de Daniel Pennac ('Señores niños') o una nueva colección de textos de Quim Monzó ('Esplendor y gloria de la Internacional Papanatas') pueden ser también buenas maneras de garantizar la risa en vacaciones.

Por supuesto, no podemos olvidarnos de las novelas de corte sentimental. El ser humano es un animal extraño y en sus ratos de ocio llorar con un libro puede llegar a divertirle tanto como reír con otro. Isabel Allende ('El cuaderno de Maya'), Katherine Webb ('El legado') o el superventas japonés Kyoichi Catarama ('El año de Saeko') son tres autores que han demostrado sobradamente su capacidad de pulsar la cuerda sentimental del corazón de sus lectores.

Clásicos pendientes

Pero el verano no tiene por qué ser necesariamente una época asociada al mero entretenimiento y a los títulos que imperan en las listas de ventas. También hay lectores que aprovechan sus vacaciones para ponerse con las lecturas que se les han ido acumulando durante la temporada o para sumergirse en algún clásico que tienen pendiente desde hace años. Sin duda, no vivimos una mala época para volver a alguno de los viejos maestros, ya que abundan las nuevas traducciones de textos imprescindibles. Sólo dos ejemplos: Alba acaba de presentar una nueva versión de 'Humillados y Ofendidos', el clásico de Dostoievski, y Paréntesis ha hecho lo propio con una nueva traducción de 'El gran Gatsby' a cargo de José Luis Piquero.

Otra opción es utilizar el ocio veraniego para alejarse unos metros de la omnipresente narrativa y probar suerte con algún otro género literario. La poesía, por ejemplo. Para ello, hacerse con uno de los volúmenes de la poesía completa de Borges que han aparecido a raíz del veinticinco aniversario de la muerte del autor argentino no es una mala opción. Si lo que se quiere es probar suerte con el ensayo, servirá el curioso estudio sobre la figura del demonio que Henry Ansgar Kelly completa en 'Pobre diablo: una biografía de Satanás'. Quien se decante por el periodismo y la divulgación encontrará en 'Honrarás a tu padre', de Gay Talese, una completa radiografía de la mafia neoyorquina' y en 'La vida inmortal de Henriquetta Lacks', la alucinante historia de una mujer anónima y analfabeta, descendiente de esclavos negros, cuyas células invencibles siguen teniendo un gran protagonismo en la lucha mundial contra el cáncer.

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