Una veintena de instalaciones de la provincia producen residuos radiactivos
La empresa pública Enresa gestiona de forma moderna y robotizada la basura nuclear trasladándola a la provincia de Córdoba
Actualizado:Todo lo que nos rodea es radiactivo. Éste es un hecho que se constata en datos científicos que dejan claro que las principales radiaciones a las que nos exponemos tienen una procedencia natural a partir del sol y de los minerales de la corteza terrestre, y que ponen en evidencia que solo el 12% de las emisiones que recibimos tienen un origen artificial.
Son precisamente estas últimas las que utilizan la ciencia y la tecnología para desarrollos y prácticas que beneficien a la sociedad, como ocurre por ejemplo con la producción de energía eléctrica en centrales nucleares. Y aunque en Andalucía no existe ninguna de estas instalaciones nucleares, y la generación de radiactividad se ciñe solo a centros puntuales, eso no quiere decir que no haya una producción de estos elementos. Lo cierto es que ninguna provincia se libra de esos residuos que, aún siendo mínimos, obligan a una rigurosa gestión que en España realiza la empresa pública Enresa, que los traslada al almacén de El Cabril, en Córdoba.
En estas instalaciones descansan enterrados todos los residuos de baja y media actividad que se generan en el país, en un total de 844 instalaciones radiactivas, y se trata de elementos que frente a los residuos de alta actividad –que se limitan básicamente a los combustibles de las centrales nucleares– necesitan menos requisitos para su gestión y control.
Y es que, tal como explican a este medio desde Enresa, la intensidad de estos residuos –de los que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ha medido los niveles de referencia– disminuye y prácticamente se desintegra en unos 30 años, y para su retirada la empresa pública mantiene contratos con 116 instalaciones de Andalucía, de las cuales 17 están en Cádiz.
No en vano, y a tenor de los datos de Enresa, la gaditana es la tercera provincia tras Sevilla (con 39 instalaciones) y Granada (19)donde hay más centros productores de este tipo de residuos que son más habituales de lo que parece, y que proceden de tratamientos y diagnósticos médicos; de procedimientos de la industria; de técnicas para medir espesores y densidades en el campo de la arqueología;y un largo etcétera.
En concreto, por procedencia, el 60% de los residuos retirados en Andalucía durante 2010 se originaron en actividades de investigación y docencia, y el 40% en instalaciones industriales, por lo que pese a existir contrato no hubo producción de elementos radiactivos en centros médicos como los hospitales.
En el caso de la provincia de Cádiz, los sitios donde principalmente se producen materiales radiactivos y que por lo tanto tienen contrato con Enresa para su retirada son sobre todo los centros industriales (nueve instalaciones), seguidos de los hospitales o lugares de uso médico (cinco instalaciones) y los laboratorios de investigación y docencia (con tres instalaciones). Eso quiere decir que esos residuos pueden ser herramientas, ropa de trabajo, instrumental médico y otros materiales utilizados en este tipo de lugares.
Protocolo
Sea como fuere, uno de los aspectos que hay que destacar es que aunque el protocolo es siempre igual de riguroso, las cantidades de las que se habla en esta generación de los pequeños productores son mínimas. Así, si en España se recogieron durante el pasado año y se trasladaron a El Cabril 13 metros cúbicos de elementos, en Andalucía fueron solo 1,39 metros cúbicos, apenas el 10% del total.
En cuanto a Cádiz, en 2010 las 17 instalaciones fiscalizadas por Enresa produjeron poco más de 0,1 metros cúbicos de elementos radiactivos. Y es que lo curioso es que todas las instalaciones juntas de la provincia generan menos radiactividad que, por ejemplo, las siete de Huelva. Aunque aún más llamativo es el caso de Sevilla, que es la que suma más centros pero que apenas generó 0,003 metros cúbicos. Por contra, Granada, con 19 instalaciones fue la que sumó más materiales (0,9 metros cúbicos).
Lo que no varía, sin excepción, es que todo acaba en el mismo sitio, el Almacén Centralizado de El Cabril que recoge residuos de toda España, y en el que se realiza un complicado proceso de tratamiento y almacenaje para que finalmente todos los elementos se entierren al menos durante los próximos 300 años a su llegada, que es el tiempo en el que pierden la carga y se asemejan a su entorno.
El enterramiento de estos materiales se realiza en unidades de un hormigón de alta calidad y resistencia homologada por si hubiera que trasladarlos. Casi siempre son residuos sólidos, y si no lo son se acondicionan para que no haya almacenamiento de líquidos, y que no haya ningún riesgo de vertidos.
La gestión y transporte de esos bidones es moderna, robotizada y eficiente. De hecho, no se manipula nada directamente sino que hay siempre una distancia de más de dos kilómetros y muchas barreras físicas de protección, como ha explicado a este medio Eva Noguero, directora del almacén de El Cabril, que se ubica en un recinto de unas 1.100 hectáreas en las que las instalaciones ocupan unas 40.
Este almacén radiactivo se ubica en la sierra cordobesa, cerca de Hornachuelos, porque ya en el año 1961, aunque sin autorización, se empezaron a aplicar allí barriles en una antigua mina de uranio. Años después, en el año 1986 Enresa se hace cargo del recinto donde existían además de la mina tres módulos más. Lo que se hizo entonces fue cerrar la mina, reubicar los residuos y diseñar el actual complejo que echó a andar en 1992.
En El Cabril, donde el 84% de los residuos proceden de centrales nucleares, hay varias zonas diferencias. Una es de edificios con una sala de control de acceso mecánico y robotizado, los sistemas para reducir volumen y compactadora o el laboratorio de caracterización para comprobar que los productores cumplen los criterios que permiten ir luego a recoger los residuos.
Luego está la zonade almacenamiento, con 28 estructuras en las que se meten los contenedores de hormigón, que se tapan con una losa de hormigón y que cuando están totalmente llenas y selladas tendrán una cobertura natural que las integrará en el paisaje. Como si allí no descansaran los residuos radiactivos de toda España.