Expediciones controladas e itinerarios diseñados para un transporte seguro
JEREZ. Actualizado: GuardarPor si quedaba alguna duda del estricto control, después de cerca de tres millones de kilómetros de experiencia de Enresa en el transporte de estos materiales nunca se han producido accidentes.
Como explica Eva Noguero, directora de El Cabril, eso se debe a que se diseñan los itinerarios, se les da el visto bueno a las expediciones y se programan con gran antelación, al menos con 15 días.
El transporte se hace en convoys que no van vigilados, pero sí con medidores de radiación (dosímetros) y todo tipo de comunicaciones, y aplicando estrictos protocolos de transporte (dos conductores, no más de 80 kilómetros por horas, etc.). Además, en cabina se colocan bien los bidones para evitar desplazamientos, con anclajes, y nunca se transportan líquidos o gases.
Según Noguero, «transportamos por mercancía, no por volumen, y a veces se trae un solo bulto del sitio de origen», donde antes se han hecho pruebas y ensayos a través de un inspector del Consejo de Seguridad Nuclear y otro de Enresa.
Una vez que los camiones llegan a El Cabril se llevan los bidones a los contenedores y se realiza una inyección de mortero. «Siempre que llega un convoy sabemos exactamente qué trae y la distribución que tendrá en los contenedores y estructuras», enfatiza la directora.
La llegada, la manipulación y descarga y la distribución de bidones se realizan desde la sala de control, «el corazón de El Cabril», unas instalaciones nuevas que tienen apenas cinco meses. En El Cabril todo funciona en cadena, y hay zonas reglamentadas en las que todos los profesionales están expuestos a la radiación, por lo que siempre llevan dosímetros personales para medir los niveles. Es el caso del laboratorio de verificación residuos.
También hay una red de control de infiltraciones, a tres metros bajo el suelo. Y es que los principales enemigos de este almacén son el agua y los vertidos. También hay un plan físico contra ataques y un diseño antiterremotos.