DE GRAN INTERÉS

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Estamos muy bien de deudas y nos corre prisa venderlas, al precio que sea, porque los compradores no se dan codazos para adquirirlas. Bruselas urge a los países del euro a que aceleren el plan de rescate, pero ¡vaya plan!

Como se cuenta de aquella agraciada y sincera joven que confesó en plena fiesta su opinión: «Qué guateque tan aburrido, en cuanto encuentre mis bragas me voy». Nosotros esperamos encontrar a alguien que adquiera nuestras trampas. ¿Quién será el mejor postor? No hay más que postores malos, exceptuando a los impostores que quieren vender la burra, que está llena de mataduras. Zapatero sigue haciendo lo que puede, que nunca fue mucho y ahora es nada, para que la UE compre deuda española, pero la bulla no le come. Por mucho catastrófico interés que aceptemos para arruinar a futuras generaciones, los que compran no se aglomeran. Lástima que los ‘indignados’ que intentan regresar a la Puerta del Sol no tengan dinero.

Rescatar a un país exige más fuerza que llevar en brazos a la tiple en una ópera y además no puede hacerse en dos veces, sino en muchas más. Las cuentas son tercas y por si fuera poco se suelen aparecer de noche, como algunos fantasmas habituales. La Bolsa española está ahondando en su propio boquete y de la vida qué se puede decir. Los españoles normales tenemos que acostumbrarnos a tener menos, pero otros, que también ostentan la misma nacionalidad, tendrán que acoplarse a no tener nada.

Estamos en manos de los prestamistas, que siempre se cobran usurariamente los servicios prestados. Debemos mucho y nuestra primera obligación es pagar para que nos continúen prestando. Es una cuestión de gran interés. El BOE está meditando, con un puño en nuestra mejilla, reabrir la compra de bonos para capear el toro de la crisis que es corniveleto y está derrotando en tablas, incluso en las tablas de la ley. Los carpinteros son los países económicamente fuertes, como éramos nosotros cuando creíamos serlo.