Cumpleaños... ¿feliz?
A Obama le caen los 50 en una semana de infarto para EE UU, que ha rozado la bancarrota. Su mujer todavía le ve «muy mono» y eso le sirve de consuelo
Actualizado:El secreto de su éxito es que no se toma demasiado en serio a sí mismo». Y lo dice su mujer, la misma que supuestamente está harta de recoger sus calcetines sucios del suelo. A Michelle Obama no le importa desmitificar de golpe y porrazo al presidente de los EE UU. Se casaron en 1992 y ha tenido tiempo de sobra para valorar en su justa medida al marido. Su consorte cumple hoy 50 años y todavía lo considera «muy mono». Menos mal. Un alivio para el hombre más poderoso del mundo. De los pocos que le quedan.
La primera potencia acaba de capear la bancarrota 'in extremis', gracias a un acuerdo a regañadientes entre Demócratas y Republicanos. Un apaño que rebajará el gasto social y el presupuesto en Defensa. Nadie está a gusto del todo, y aún menos el líder internacional al que le toca dar la cara en la Casa Blanca. Duro trabajo. No se lo hará más llevadero inyectarse 'botox' en el entrecejo, la frente o directamente en las patas de gallo. A lo más, disimulará la procesión que va por dentro.
El 'show business' de la política estadounidense exige dominar el escenario siempre y en todo lugar: hay que mantener la espalda recta, la mirada al frente y una sonrisa relajada. Además de un juego de piernas ágil, de persona que nunca arrastra los pies y apunta maneras de saber desenvolverse en una sala de baile. Tarea nada fácil, sobre todo cuando hay que tragar cada día unos cuantos sapos y culebras. Ay, ay, interpretar el papel de triunfador se hace muy cuesta arriba cuando se tiene el estómago delicado. Y, miren por dónde, parece que es el caso de Barack Obama. «Las preocupaciones pasan factura. Yo se lo noto. Y no solo en las canas», ha confesado sin tapujos la primera dama.
Piel resistente
La edad, la genética, el sol, las enfermedades, el tabaco dejan mella en el rostro, lo mismo que las penas y alegrías. Y a los 50 años, según dejó sentado George Orwell, la gente luce la jeta que se merece. Así de claro. A los expertos como Jaume Masià -presidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética- no les cabe la menor duda de que Obama no le hace ascos a la toxina botulínica. Todo lo contrario. «Alguien de su categoría, con un equipo de asesores de imagen ultraespecializado, no se dejará aconsejar exclusivamente en temas de vestuario y corte de pelo. ¡Qué va! Una de sus bazas es la apariencia juvenil y fresca, así que, bueno, los retoques estéticos formarán parte de su agenda», asegura el médico catalán.
No solo Berlusconi canta cada mañana, delante del espejo, aquello de 'reloooj, detén tu camiiinoooo'. Eso sí, la realidad nada tiene que ver con el famoso bolero de Lucho Gatica. Todo se reduce a bisturí o inyecciones. Ahí se queda todo el romanticismo. Ya no se trata de retener al amor de tu vida sino de mantenerse en formol -o intentarlo- para seducir a todo bicho viviente. Para mayor gloria de tu éxito social y económico. La lozanía y la belleza siempre han abierto puertas pero, en la actualidad, reciben un culto inusitado.
Máxime en EE UU, donde la permanencia media en una empresa ronda los tres años y los cincuentones no suelen tener garantizada la silla. Manda la rentabilidad, caiga quien caiga. No se respetan ni los galones ni las canas, así que más vale ponerse las pilas, y no solo en la oficina. Con empleados más jóvenes pisando los talones, conviene apuntarse al gimnasio y cuidar la alimentación. Por la salud y futuro laboral, ya seas hombre o mujer. La competitividad no admite medias tintas. Este clima social fuerza mucho la máquina, pero los hay como Obama que parten con ventaja.
Amante del baloncesto y el atletismo, está acostumbrado a trotar diariamente para mantener un buen tono muscular. Si bien parece demasiado delgado cuando le vemos vestido, sus fotos en bañador ponen las cosas en su sitio. Pectorales marcados, incipiente tableta de chocolate y unas piernas larguísimas causan una grata impresión. Mide 1,85 y pesa 81 kilos. Se esfuerza en seguir una dieta saludable pero admite, sin complejos ni mala conciencia, su pasión por el pollo frito y los dulces. Prueba de que la genética juega en su favor: no engorda ni queriendo.
El otro chollo que le ha caído en gracia es su condición de mulato. «La sangre negra le favorece. Su piel es más resistente al sol. Ni le salen manchas ni se reseca. También es más gruesa, así que tarda más en arrugarse. Además, los labios no adelgazan con tanta rapidez, otra señal de envejecimiento muy propia de la raza caucásica», explica el doctor Jaume Masià. Visto lo visto, no se puede quejar el presidente de los EE UU. Aunque, todo hay que decirlo, no sabemos lo que piensa del criterio de sociólogos como Catherine Hakim, miembro de la London School of Economics y autora del libro 'The Power of Erotic Capital' ('Capital erótico'), de próxima publicación en la editorial Debate: «Si fuera feo, lo habría tenido muy difícil para llegar a la Casa Blanca».
Fiesta con simpatizantes
Medios económicos nunca le van a faltar para recurrir a los mejores especialistas: con un sueldo de 282.000 euros al año, más las ganancias multimillonarias que le continúa reportando su autobiografía 'Los sueños de mi padre', muy probablemente será de los primeros en probar los jeringazos que borran la papada por arte de birlibirloque. «No será necesario cortar nada», corrobora Masià. Ni tan mal.
De ahí que se encuentre tan fuera de lugar el chiste que soltó en un encuentro reciente con la prensa en Washington: «Tendré que sopesar la posibilidad de apuntarme en el programa de seguridad social para la tercera edad (Medicare). ¡A ver si me saco en breve la tarjeta AARP y disfruto de los descuentos!». Maldita la gracia que le habrá hecho a los cerca de 15 millones de desempleados que hay en su país; y encima un 16,2% son afroamericanos.
Pero no importa. Los hay que tienen más moral que el Alcoyano: ayer celebró por adelantado su fiesta de cumpleaños en un par de actos, con cena y concierto incluidos, que le han permitido recaudar fondos para la campaña de 2012. Unos 1.000 simpatizantes de Chicago desembolsaron entre 200 y 10.000 dólares, según quisieran 'modestas' entradas de pie o las muy selectas VIP, es decir, con derecho a sacarse una foto con el presidente. El 'show business' nunca echa el telón en EE UU, menos aún cuando vienen mal dadas. No perdamos de vista que, en los últimos meses, se ha puesto de moda criticar a Obama porque no es «lo bastante negro». En serio.
Un exseguidor llamado Cornel West, profesor de Filosofía en la Universidad de Princeton, lo ha rechazado públicamente «porque este hombre ha recibido una educación de blancos y sus ancestros no fueron esclavos». En su opinión, no pasa de ser «la mascota negra de Wall Street». Echa en falta una figura de la talla de Martin Luther King.
¿Cuál ha sido la respuesta de Obama ante tanta inquina? Algo muy clarito y sencillo: «Sabía dónde me metía, en este cargo recibes de unos y otros». En definitiva, se empeña en mantener el tipo y no se arruga. De momento.