Veraneantes
Actualizado:Algunos llevan con nosotros unas semanas y otros estarán recién llegados. A todos nuestros veraneantes les deseamos una muy feliz estancia en estas playas, plazas y calles que los demás podemos disfrutar a diario. 'Los veraneantes' es el título de una obra escrita en 1904 por Máximo Gorki adaptada a nuestros días en el Teatro de La Abadía de Madrid. Esa adaptación se escenifica en torno a una pregunta central: «¿Cómo puede ser que durante todo el año vivamos absorbidos por nuestro trabajo, incapaces de llevar con plenitud nuestra vida afectiva, y que de pronto en verano nos juntemos llenos de ansiedad por disfrutar al máximo?». Esos actores y esas actrices, veraneantes, por una parte desean un cambio vital y social y por la otra parte lo temen, pero por encima de todo no quieren que nada ni nadie les amargue ese aire festivo del que se disponen a disfrutar.
Existen diferentes actitudes al comenzar unas bien ganadas vacaciones. Hay gente que procura dejar la mente en blanco desde el principio aunque le cuesta conseguirlo. Es algo parecido a lo que nos ocurre a veces cuando estamos más descansados y dormimos con mayor profundidad: con cierta frecuencia acuden a nuestros sueños escenas y personas relacionadas con nuestros trabajos o con otras cuestiones que nos preocupan (Freud y su psicoanálisis no quedan tan lejos). Hay también personas muy rutinarias a las que repetir destinos y formas de veranear les garantiza cierta comodidad e incluso seguridad, y para otras esas mismas costumbres revividas (pescar en el mismo río, pasear por la misma playa, leer bajo el mismo árbol, nadar en la misma piscina, etc.) les supone reproducirse y recrearse en lo que más les apetece.
Asimismo otras muchas personas más activas, inquietas y aventureras, prefieren cambiar y pisar, siempre que puedan, otras tierras, volar por otros aires o navegar por otros mares, y en ellos conocer a nueva gente con diferentes costumbres y con distintos valores vitales. Este verano he podido disfrutar de una magnífica semana de viaje al extranjero en familia. Hemos pisado tierras turcas, hemos navegado por sus mares tan ricos en historias y hasta hemos volado en globo al amanecer observando desde el aire sus montañosos relieves. Y vengo hechizado por esa viva mezcla de culturas que se respira por allá.
Es una delicia poder cruzar tus pasos y tus miradas con personas de cultura tan diferente, y a la vez tan parecida en muchos sentidos a la tuya; personas en otros paisajes que no son los tuyos y con las que no volverás a encontrarte pero con las que has compartido ese instante fugaz. Viajar y poder cambiar de rumbo aunque sea por un tiempo es vivir más y seguro que mejor.