Mubarak, en el banquillo
Actualizado:Ver a un ex-dictador en el banquillo es siempre estimulante si quien lo sienta allí es un gobierno democrático que le garantiza un juicio justo. Y eso, que no pudo ser con el huido presidente tunecino, Ben Alí, vale para Hosni Mubarak, quien gobernó Egipto con mano de hierro más de treinta años. Pero dicho esto, hay algunos matices que anotar. El primero es que el fiscal general, Abdel Meguid Mahmud, sea el mismo de los últimos años de Mubarak, con cuyo régimen, por lo visto, pudo hacer su trabajo sin problemas de conciencia. Y otro es que, además del presidente, sus dos hijos, su ministro del Interior y seis funcionarios, habrá que proveer cientos de procedimientos más, salvo que se entiendan ajustadas las cuentas con el juicio, realmente impresionante, del otrora omnipotente Mubarak. Lo de la jaula, tan desagradable, es obligatorio en ciertos procedimientos penales en Egipto y no se podía hacer una excepción ahora. Mubarak, que pudo huir y no lo hizo, será condenado, pero tal vez no sea ahorcado como lo fue Saddam Hussein. Su precaria salud, su edad y lo que queda de juicio con recursos incluidos permiten preverlo. Por lo demás, ya está condenado por sus conciudadanos que no dudaron en echarle en cuanto tuvieron una oportunidad.