La prima y demás parientes
Actualizado: GuardarUn día inolvidable, cuya fecha no podemos recordar, no se nos apareció nadie y nos convertimos milagrosamente al agnosticismo. Una doctrina que no exige ni doctores ni fanáticos, ya que reconoce inaccesible a nuestro corto entendimiento humano para abarcar lo absoluto. Bastante trabajo nos está costando asimilar el euro para meternos en otros berenjenales. A la Divinidad no hay Dios que la entienda y estamos agobiados por solucionar problemas terrestres.
Incluso el emergente señor Durán i Lleida ha confesado que estaba convencido, antes de hablar con el presidente, señor Rodríguez Zapatero, de que la situación es muy grave y después de la conversación opina que es gravísima. Cuestión de matices. Lo único que se ha despejado ha sido la Puerta del Sol, tras el desalojo a palos de los fervorosos ‘indignados’, después de 79 días de acampada. Se recogieron unos 26.940 kilos de residuos, gramo más, gramo menos, pero el problema de la basura no es llevársela más lejos, sino evitar que se acumule.
La prima de riesgo del bono español ha superado por primera vez en su triste historia los 400 puntos. No hay forma de remontar el combate y nos conformamos con no perder por K.O. Los grandes encajadores son los que, como aguantan y aguantan, acaban sonados, cogiendo moscas y poniéndose en guardia cuando suena una ambulancia por la calle. A la prima de riesgo le pasa lo mismo que a todos los parientes pobres: nunca tiene una idea clara de cuándo deben morirse. ¿Cómo romper el asedio? Hemos cruzado la línea roja y las estamos pasando moradas. A las arcas del Estado se les ve el culo y todos los arúspices económicos recomiendan que iniciemos la más difícil de las colecciones, que como se sabe es la de mendrugos de ciudades sitiadas, pero es escala nacional. Busco afanosamente todos los días una noticia grata para que no me acusen de pesimismo, pero o no la hay o no la encuentro. Seguiré buscando. Se ruega ayuda.