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Economia

El Gobierno pide calma aunque vaticina nuevas «tormentas» sobre la deuda

Salgado descarta ajustes adicionales y atribuye las «tensiones» a las dudas sobre EE UU, mientras la UE se conjura contra la crisis

JULIO DÍAZ DE ALDA
MADRID.Actualizado:

Ante todo, tranquilidad. Ese fue el mensaje lanzado por la ministra de Economía, Elena Salgado, tras reunirse en el palacio de La Moncloa en un mini gabinete de crisis, presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, con la plana mayor del equipo económico del Ejecutivo, así como con los ministros Portavoz y de la Presidencia. Aún así, Salgado dio por hecho que el acoso a España e Italia no ha terminado, y que quedan aún «algunos días» de tormenta. Su previsión es que «el conjunto del mes sea relativamente tranquilo»

Con la prima de riesgo en máximos y el coste de la deuda española disparado, la vicepresidenta descartó que la situación sea «gravísima», y achacó las «tensiones» a las dudas de estos días sobre el pacto para elevar el techo de deuda en Estados Unidos y a la volatilidad propia de agosto. «Se han exacerbado tensiones que ya existían», dijo. También explicó que la falta de implementación de los acuerdos de pasado 21 de julio para el segundo paquete de rescate a Grecia pesa, sin duda, sobre la imagen de Europa. Por eso apostó por reforzar la gobernanza en la eurozona y actuar todos al unísono. Eso sí, tras aclarar que no subirá el tipo del Impuesto de Sociedades, dejó claro que no habrá nuevos paquetes de ajuste más allá de los ya anunciados.

La vicepresidenta quiso subrayar que el maremoto en los mercados no afecta sólo a los dos grandes países periféricos pues, dijo, otros como Francia, Bélgica o la propia Alemania también están pasando lo suyo. Otra razón de peso para ir todos de la mano.

En estas vertiginosas horas, Rodríguez Zapatero ha tratado el acoso a España con todos los portavoces parlamentarios y con las más altas instituciones europeas. El jefe del Ejecutivo ha conversado con el propio Barroso, así como con el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy. La conclusión es que hace falta aguantar el tipo e imprimir mayor velocidad al acuerdo aprobado en el seno de la UE.

Injustificable

Durao Barroso subrayó en un comunicado que los ataques a la deuda soberana de España e Italia son «claramente injustificados» si se toman en cuenta los datos fundamentales de sus economías; y menos aún si se analizan los planes de ajuste que ambos países han aprobado y puesto en marcha. El presidente de la Comisión destacó su «creciente preocupación» al entender ese arrebato especulador como un síntoma de que los mercados no creen en la «capacidad sistémica de la zona euro para responder a la crisis». Y recordó que los líderes de la moneda única lograron cerrar cerraron -no sin esfuerzo- un importante acuerdo sobre el segundo paquete de ayuda a Grecia y de apoyo a cualquier otro país en apuros. Un gesto que debiera de ser suficiente para aplacar a los mercados.

El programa incluía la participación excepcional de los acreedores privados y sentaba las bases para dotar al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) de una mucho mayor capacidad de reacción mediante nuevas competencias. El fondo podrá comprar bonos de aquellos Estados en dificultades, siempre bajo la supervisión y el visto bueno del Banco Central Europeo (BCE), así como prestar dinero a los Gobiernos para recapitalizar bancos o conceder líneas de crédito. Capacidades mucho más allá de aquellas con las que nació. La cuestión, y esto explica el porqué de las prisas, es que la implementación del salvamento griego y la nueva estructura del FEEF requieren de una serie de trámites técnicos y legales que debe aprobar cada Estado. Con los mercados como están, eso no se puede demorar.

Así lo subrayan el Gobierno español y el comunitario. No se puede perder un minuto. «Es esencial que avancemos rápidamente en la ejecución, y enviar así una señal inequívoca de la determinación de la zona euro para hacer frente a la crisis de deuda con los medios acordes con la gravedad de la situación», explicó Barroso. Los trabajos técnicos ya están en marcha «y se completarán con carácter de urgencia», añadió, para pedir a continuación un esfuerzo extra a los países. «La aplicación también requerirá la acción de los parlamentos nacionales, y hoy me dirijo a los jefes de Estado y de Gobierno instándoles a garantizar que estas acciones se realizan sin demora», sentenció.

Cabría esperar a septiembre para aprobar las nuevas competencias del FEEF, pero si la celeridad requerida fuera mayor, siempre le queda al Ejecutivo la posibilidad de aprobar un real decreto ley, el instrumento legal a su alcance para cuestiones de especial urgencia, y que después debería ser convalidado en el Congreso. El Gobierno ya tiene previsto aprobar una norma de ese tipo -dedicada a facilitar el cumplimiento del objetivo de déficit- el próximo 19 de agosto, y podría aprovechar el consejo de ministros ya convocado para satisfacer la petición de Durao Barroso.

Trichet

Aunque la celeridad fuera máxima, la plena puesta en marcha del plan de rescate a Grecia no llegaría antes de final de año, lo que dirige las miradas al Banco Central Europeo (BCE). El organismo emisor es el único con capacidad para aplacar a los mercados y frenar a los especuladores. ¿Cómo?, comprando deuda española e italiana a espuertas. No sería la solución definitiva, pero se ganaría tiempo. Parece fácil, pues ya se hizo con Irlanda, Portugal y Grecia, pero el BCE no lo tiene tan claro. El equipo dirigido por Jean Claude Trichet, y sobre todo el ala más dura liderada por el Bundesbank, no gustan de esas operaciones excepcionales.

El consejo de Gobierno del BCE se reúne hoy, y habrá que estar atento al siempre críptico Trichet. Elena Salgado se cuidó muy mucho de interferir en la independencia del regulador del que, dijo, espera que actúe «de la mejor manera para los intereses de la zona euro».