El tercer hombre
Actualizado:Teníamos garantizada la tabarra que nos espera, pródiga en disculpas y en ofertas, pero parece que quieren ampliarla. Algunos creen que el debate electoral entre Rubalcaba y Rajoy puedo ser demasiado monótono, ya que ambos llevan una larga temporada insistiendo en sus respectivas posturas, que hay que reconocer que no son cómodas. Para aliviar el cansancio de quienes sigan la controversia, se impulsa que entre en liza Durán i Lleida, que no le va la zaga en cuanto a sentido común a ninguno de los dos y quizá les supere en sentido económico. Como en aquella película donde Groucho se encuentra con dos señoras estupendas y les propone la más sugestiva de las empresas amorosas: «Entre los tres formaríamos una encantadora pareja».
Quizá sea cierto que «con el número dos nace la pena». Los poetas siempre llevan razón, pero en España lo que nace es un manantial oscuro de sangre divisoria. Acaso no esté mal que se tercie un tercero en discordia para ampliar el posible equilibrio de los funámbulos que hacen equilibrios en la cuerda floja y en el alambre que ha electrificado la crisis. Está bien que llegue un actor de carácter al tinglado de la farsa. En este circo caben todos, incluso las personas que representan su propio papel, aunque el escenario no sea propicio.
Se conoce que los debates electorales son una cruz tan pesada que es mejor llevarla entre tres. No hay que escatimar interlocutores. «Cuantos más, mejor», como ha dicho el vicecoordinador del Comité electoral del PSOE. Circulan pocas ideas nuevas, pero hacen falta más guardias de la circulación que ordenen el tráfico. En los callejones sin salida también suelen darse los accidentes. Basta con que los que chocan crean que tienen preferencia de paso, vayan por la derecha o por la izquierda.