Los nuevos judíos
Actualizado: GuardarLa matanza de Oslo, que el poder judicial noruego estudia incluir en el ominoso capítulo de los crímenes de lesa humanidad, es una exacerbación patológica del rechazo al multiculturalismo y, más concretamente, del anti-islamismo. Y aunque es de razón no establecer correlaciones frívolas entre la derecha extrema y el terrorismo sanguinario e indiscriminado, también lo es prevenir la dolosa deriva intelectual de las sociedades hacia el rechazo al diferente, que puede dar lugar a una negación radical del otro que, en el extremo, tome una forma violenta.
En España, el fenómeno de la inmigración, que ha adquirido proporciones muy relevantes en poco más de una década, ha sido asimilado con admirable humanidad, lo que ha facilitado la integración con muy escasa conflictividad. Con la excepción incompleta de los colectivos islámicos, los más distantes culturalmente de los españoles oriundos. Es cada vez más frecuente el matiz discriminatorio que afecta a 'los moros', a los marroquíes o a los musulmanes en general -los nuevos judíos en nuestro imaginario- cuando se describe la propensión de la sociedad autóctona hacia la población inmigrante.
Existe un discurso muy elaborado contra los extranjeros provenientes del ámbito islámico, que Francesc de Carreras ha denominado discurso del odio, que no es tan primario como podría parecer y que incluye incluso una sorprendente toma de posición en la célebre polémica entre Américo Castro y Claudio Sánchez Albornoz: los anti-islamistas niegan, con este último, la tesis de aquel de que los españoles somos una mezcla de culturas cristiana, árabe y judía en el crisol de la historia y defienden con este nuestra raíz inequívocamente cristiana.
Va a ser difícil que este discurso remita en tiempos de crisis, que siempre impulsa instintivamente hacia la introspección, pero quienes creemos en el humanismo democrático hemos de combatir la intransigencia aislacionista y el miedo al diferente que fácilmente derivan en desconfianza y hasta en agresividad. La mejor manera de combatir el discurso del odio que está larvado en este tiempo difícil es, sin duda, fomentar el conocimiento de las otras culturas. Solo se puede amar aquello que se conoce.