UNA PROVINCIA CON MUCHO PELIGRO
Actualizado: GuardarLo que nos faltaba para el canto de un duro. Por si no fuera poco el riesgo que supone para la población civil de Cádiz la existencia de las bases de Rota y de Gibraltar, ahora viene el loco noruego, ese asesino concentrado y en serie llamado Anders Breivik, e incluye al polo químico de la Bahía de Algeciras en una relación de instalaciones energéticas e industriales de España, Francia, Inglaterra, Alemania, Suecia y su propio país, contra las que llevar a cabo atentados con el supuesto propósito de frenar el avance yihadista sobre Europa. O sea, antes de que nos mate Al Qaeda, mejor nos mataba él, la leche. Antes de cargarse a 76 personas, en su mayoría adolescentes y jóvenes, el tipo colgó de Internet un documento titulado 2083, en el que fijaba como objetivos para una supuesta declaración de independencia europea nueve enclaves industriales o energéticos españoles, entre los que también figuraban los de Bilbao, Puertollano, Tarragona, A Coruña, Tenerife, Palos, Cartagena y Castellón. Y todo porque, según su lucida inteligencia, el presidente Zapatero y España han olvidado «su pasado de Reconquista». El nota tampoco olvidaba denunciar a ZP por «haber rendido el país a los musulmanes y a la inmigración masiva provocando un efecto llamada conocido en toda África y parte de Asia». Debe haberse perdido los últimos telediarios: por el Estrecho pasan algunas lanchas fueraborda en verano, pero la isla italiana de Siracusa registra el mayor éxodo masivo desde un norte de Africa en llamas a este presunto paraíso.
Aunque la credibilidad de su nivel operativo es dudosa, España mantiene su actual escala de alerta antiterrorista, el nivel 2, que es alto y que vendría a equivaler al nivel Bravo en las alertas del Ejército, frente al nivel Charly, que sería el primero; y que fue el que se aplicó en la base de Rota, por ejemplo, durante los meses siguientes a los atentados del 11 de septiembre de 2001, a punto del décimo aniversario.
Fuere o no fuese capaz el menda de perpetrar tales atentados, lo cierto es que la provincia de Cádiz figura en el imaginario de algunas de las más potentes organizaciones terroristas a escala estatal o internacional. Ya en diciembre de 2000, Al Qaeda proyectó llevar a cabo un ataque contra un portaaviones estadounidense surto en la base de Rota y que vendría a ser una repetición del atentado de Yemen del 12 de octubre de ese año, que costó diecinueve muertes a bordo del portaaviones Cole, de esa misma nacionalidad. Un suceso que fue desactivado a tiempo por los servicios de inteligencia de Estados Unidos y que no sólo ha servido como inspiración a los defensores de la teoría de la conspiración entre Bin Laden y ETA sino que sirvió como base a los guionistas de la serie Navy Investigación Criminal, en uno de cuyos episodios se recoge este asunto.
También ETA -por no hablar del guadiana de los GRAPO-, se ha fijado en Cádiz como diana. En febrero del año pasado, la policía descubrió en Portugal material que indicaba que la organización terrorista preparaba acciones contra Madrid y Cádiz, con mapas detallados y horarios de transportes de ambas ciudades y de San Fernando, que conmemoraba entonces el Bicentenario del inicio de los debates de las Cortes. El Estrecho en su conjunto sigue suponiendo un punto neurálgico de atracción fatal para los kamikazes del odio. También las ciudades de Ceuta y Melilla han vivido alertas notables a propósito de fallidos atentados yihadistas, que no han dejado de repetirse. Como ocurriera recientemente con un vídeo del líder de Al Qaeda en el Magreb, Abu Musab Abdul Wadud, en el que instaba a a los musulmanes del Norte de África a unirse a una guerra santa contra España, Francia, EE.UU. y sus propios gobiernos.
En el Campo de Gibraltar, objeto expreso de los supuestos planes del asesino fascista noruego, aún se recuerda como en el transcurso de la guerra de las Malvinas, en 1982, la policía española detuvo a un comando argentino que pretendía atentar contra alguno de los barcos de la Royal Navy fondeados en el Peñón, en venganza por el hundimiento del Almirante Belgrano.
No es baladí, sin embargo, la elección del polo industrial del Campo de Gibraltar como uno de los objetivos de ese tal Breivik. Este tipo de instalaciones, en rigor, no dejan de tener más peligro que una caja de bombas, como diría un castizo, por más que ofrezcan un claro contrapunto de riqueza y de empleo. Como ejemplo, un botón: un simple accidente en la inertización de la carga de un buque provocó el suceso más trágico de la historia naval española del último cuarto de siglo. Ocurrió un 26 de mayo de 1985 al explotar los buques «Petragen One» y «Camponavia», que se encontraban amarrados al pantalán de Refinería. En la tragedia murieron 14 tripulantes del «Petragen One», entre ellos su primer oficial Takahashi Noio, 12 tripulantes del «Camponavia» y 7 trabajadores de la refinería CEPSA. La explosión provocó un éxodo masivo y desordenado de la población más próxima. Y esa es quizá la pregunta que debiéramos plantearnos ante los riesgos potenciales que, sin caer en alarmismos gratuitos, vive la provincia. ¿Cómo podríamos actuar para salvar el mayor número de vidas posibles si, en el peor de los casos, los planes de cualquier Anders Breivik, no fueran simples columnas de humo y de ira en las enormes praderas de Internet?