pinchito moruno

Volaores

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En La Línea, en el Campo de Gibraltar, comienza en estos días una tradición muy curiosa y que os cuento porque creo que vale la pena que vayais hasta allí para verlo. Al menos, a mí, me ha sorprendido mucho.

La Atunara es un barrio de pescadores. El barrio está situado en torno a un puerto pesquero y una playa situada muy cerca del Peñón de Gibraltar. Es un sitio donde aún las puertas de las casas no están cerradas. Ahora, en la segunda mitad de julio, por El Estrecho de Gibraltar pasan los volaores, unos peces, de tamaño parecido a las caballas, pero que tienen como característica más que llamativa que tienen unas alas en sus lomos que le permiten volar unos metros por encima del mar.

En el barrio se hacen con la gran mayoría de los volaores que pesca la flota linense. Los secan y con ellos se hace una salazón que recuerda a los bonitos secos o a la mojama que se hace en Barbate.

El fenómeno es para verlo porque son familias enteras las que se dedican a limpiar los pescados, enjuagarlos bien para que no quede nada de sangre en su carne, meterlos en sal unas horas y luego dejarlos colgados al sol para que se sequen. Así nos es difícil pasear por las calles del barrio y ver los volaores colgados de las fachadas de algunas casas o tendidos en la azotea como si fueran ropa. Cuando termina el proceso de secado, entre dos o cinco días dependiendo de los vientos, el pescado se vende en pequeños tenderetes en las calles que se reparten por toda la ciudad.

El pescado se come luego a «bocaos» que es lo más típico y ya los más sibaritas le ponen al lado unos pimientos asados o una piriñaca. Es una suerte que aún se sigan manteniendo estas costumbres que son una auténtica riqueza cultural, algo diferenciador de los demás.

Sólo quería contaros esto que viví el otro día y que me llamó mucho la atención. Si alguno se siente picao y se acerca por allí pues que lo disfrute, como yo. Advierto que, además, en la zona hay buenos sitios para comer pescao de esos salvajes, nada de tilapia o perca del nilo, con lo que ya la visita resulta inolvidable.