La imparable expansión de la tórtola... turca
Es una ave de tamaño medio y a la que la generación de nuestros padres nunca conoció en libertad, pero que ahora va camino de aliarse con la paloma torcaz para colonizar los parques de las ciudades
VALLADOLID Actualizado: GuardarQuizá la hayan visto ustedes en su ciudad, mezclada con las palomas, en lo alto de las farolas. No sé la razón, pero la encanta posarse en ese lugar y desde allí contemplar el mundo y lanzar su arrullo a los cuatro puntos cardinales. Estoy hablando de la tórtola turca, una ave de tamaño medio y a la que la generación de nuestros padres nunca conoció en libertad, pero que ahora va camino de aliarse con la paloma torcaz para colonizar los parques de las ciudades.
Su nombre latino es Streptopelia decaocto, y es originaria de la península de Anatolia, donde es tan abundante que ha terminado por emigrar en busca de territorios más cómodos y menos poblados. Lo curioso es que dentro de poco tendrá que dar el salto al centro de África, porque el Mediterráneo lo está colonizando a gran velocidad y el Norte de Europa, también. Y no es extraño, nadie la hace ni caso, a nadie le preocupa su aumento de población. A diferencia de la tórtola común, que anida en Europa y pasa el invierno en el África subsahariana, la turca no emigra durante el invierno. Le gusta la vieja Europa. Y aquí progresa.
Como tantas otras especies, la tórtola turca se ha percatado con rapidez de que vivir cerca de los hombres tiene más ventajas que inconvenientes. Al menos en las ciudades. Los humanos les damos calor, comida, protección contra los depredadores y no les pedimos nada. Y claro, tan encantadas. Su mayor enemigo es su candidez, que las hace ser una presa relativamente cómoda a poco ingenio que se ponga en su captura,y su mayor aliado el propio ser humano. Tan aliado, que en Castilla y León ni siquiera es especie cinegética. Al funcionario de turno se le olvidó incluirla en el catálogo de especies que se pueden cazar, y ya no hay manera de introducirla. Será lo que llaman la lotería de las aves, pero el caso es que ahí está la turca, con su color grisáceo, su afilado pico y su collarín blanco ribeteado en negro. Las vemos a diario, pero no las descubrimos. Fíjense, fíjense. Verán cuántas hay.