Noruega honra a sus héroes
OSLO. Actualizado: GuardarNoruega homenajeó ayer a sus 77 héroes. Con la catedral como epicentro de un dolor compartido, el centro de Oslo se cubrió ayer de nuevo de flores, justo una semana después de que Anders Behring Breivik cometiese la mayor barbarie que recuerda el país. Desde las vallas de protección junto al complejo gubernamental donde explotó el coche-bomba hasta los portales privados de las viviendas se convirtieron en improvisados altares repletos de rosas y velas para recordar con emoción a las víctimas.
«Breivik no representa al Partido del Progreso, por mal que me caigan ellos. No representa a nadie de este país. Ni siquiera a los xenófobos o a los que me miran con desprecio por ser musulmán. Es un diablo, un mundo aparte», repetía El Hads Ould Brahm, un joven mauritano residente en Oslo desde hace unos meses. «Escuché la explosión, vi las imágenes y pensé 'Ojalá no sea un musulmán'. No aquí, no en esta Europa, no en Noruega, un país de acogida pese a los avances radicales de los últimos tiempo», se dolía el joven mauritano.
Las escenas de dolor contenido se repitieron ayer por diferentes puntos de la ciudad. «Utoya era nuestra isla y lo seguirá siendo. Ahí esperamos volver el próximo verano», afirmaba Rolf, un muchacho de 16 años vestido con un impecable traje negro y un pin en la solapa con las letras AUF, las iniciales de la juventudes socialdemócratas. «Somos luteranos y expresamos nuestro dolor con flores, como lo hicimos tras los atentados. Reflexionamos, rezamos y seguimos con el día a día. Todas estas flores son nuestro mensaje de recuerdo y de esperanza», comentaba en la puerta de la catedral Johannes, un pastor luterano.
Una semana después de la explosión, son muchos los noruegos que todavía no han podido regresar a sus puestos de trabajo después de que el coche bomba arrasase buena parte del barrio gubernamental. «No perdí a ningún ser querido en los atentados. Pero el dolor es de todos nosotros, noruegos o personas de tránsito por la ciudad», comentaba Ingvild Bjarket, funcionaria, mientras colgaba una rosa en una señal de tráfico tras el cordón de protección policial.