Un tercer intento muy buscado
MADRID. Actualizado: GuardarIntentar escudriñar el estado de ánimo de Mariano Rajoy suele ser una tarea complicada. Hay quien lo achaca a la idiosincrasia de los gallegos, pero lo cierto es que el líder del PP suele ser parco a la hora de expresar sus emociones. Ayer, sin embargo, la respuesta era bastante sencilla. Rajoy, que lleva un año reclamando el adelanto de las elecciones generales, solo podía calificar de «buena noticia» la decisión de José Luis Rodríguez Zapatero de llamar a las urnas el 20 de noviembre, tres meses antes de marzo de 2012, fecha prevista inicialmente. Eso sí, tras reconocer que era una buena noticia porque respondía al deseo «de la mayoría de los españoles», apostilló que la decisión era «tardía». «En los votos, en la voluntad popular, se encuentra el caudal de confianza y determinación que necesita España para salir adelante y para afrontar con ilusión el futuro», proclamó.
El líder del PP, pese a que ayer no quiso responder a la pregunta que le formuló un periodista sobre qué ocurriría si el 20-N cosechara su tercera derrota consecutiva, es plenamente consciente de que estos comicios son su último pasaporte para alcanzar la Moncloa. El revés más doloroso lo sufrió en 2004. Todas las encuestas le daban como seguro sucesor de José María Aznar. El cruento atentado del 11 de marzo, que costó la vida a 191 personas, marcó la recta final de aquella campaña electoral por diversos motivos. Rajoy vio cómo en 72 horas se esfumaba la ventaja que le otorgaban todos los sondeos de opinión y caía derrotado en las urnas frente a José Luis Rodríguez Zapatero.
Cuatro años después, el presidente socialista revalidó triunfo enarbolando la bandera del espectacular crecimiento económico que había experimentado España. Un fracaso que estuvo a punto de poner fin a la carrera política de Rajoy, muy cuestionado por un sector del PP. Finalmente, salió victorioso del congreso nacional que el PP celebró en Valencia en 2008.