Cantina Hussong's
Actualizado:Las dos preceptivas trompetas del mariachi, tocan encarando la pared para evitar perforarle los tímpanos a los borrachines. Los violines, las guitarras y el guitarrón, no se apiadan de nadie. Hasta tres mariachis y dos bandas norteñas coinciden a veces en la Cantina Hussong's de Ensenada, convocando a los fantasmas del desamor, del charrismo y la altanería. La ranchera es el himno del cornudo canoro y los corridos del demagógico justicialismo. México, es un inmenso corazón experto en el desdén y en la épica de su censura, capaz de embutir en una cantina de madera construida en 1892 a todo aquel que le aqueje el mal de la lágrima indigesta y el cólico de los celos. Con el tequila reposado como cómplice y confesor, todo el mundo se desgañita cantando siempre las mismas letras, lo que testimonia que las deudas siguen sin saldarse. Hablar, susurrar un requiebro, resulta imposible, así que no hay más remedio que sumarse al desgarrado coro de despechados, oficiante de un solemne y litúrgico acto de solidaridad gremial.
Reza así el verso aislado del chileno poeta Rivera Letelier: . «no le digan a los carniceros/verdad más grande que la propia vaca.» No le digamos a nadie que se incorpore a un coro para llorar la lágrima del otro. Cada uno quiere comerse su filete, siempre que la vaca la sacrifique y despiece el vecino, sin compartir con nadie ni el salero. No entramos en la tumultuosa cantina de la vida oferente, por si nos toca financiar una ronda y cantamos enajenados con el mariachi, al que le ha pagado su actuación el sentado en la mesa contigua. . «Por culpa de nadie habrá llorado esta piedra.» Por culpa de nadie los mercados nos sitian, como si éstos fueran organismos animados, seres concretos perversos. Nos someten a estado de asedio porque les debemos dinero, el que hemos despilfarrado entre todos, y que ahora no podemos devolver. Nadie se fía de nadie y ello acrecienta el drama, porque nadie quiere compartir la responsabilidad de devolverlo, produciendo. Tozudo canto inmoral de cantantes mudos.
Mientras tanto, mientras corre el tequila y tiembla enterito el Hussong's, que estoico asume el riesgo de venirse abajo por el impacto de la voz trompetera del mariachi, sordos y afónicos todos, se muere un niño en África cada dieciséis segundos por beber agua infecta. Sigamos hacinados en la cantina del egoísmo huero y necio, esperando que pague otra ronda de tequila un pinche idiota ignoto. Somos una cantina impía y vocinglera.