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La UE aprende de la masacre
Los Veintisiete refuerzan los niveles de vigilancia como respuesta al doble atentado que golpeó Noruega
Actualizado: GuardarEl doble atentado perpetrado en Noruega hace una semana por el ultraderechista Anders Behring Breivik ha obligado a la Unión Europea a tomar nota y revisar sus mecanismos de seguridad para evitar que otra tragedia de tal magnitud vuelva a producirse en suelo comunitario. En una reunión extraordinaria celebrada en Bruselas por el grupo de trabajo contra el terrorismo (TWG) y la comisión encargada de aspectos externos (Coter), la UE esbozó ayer un plan encaminado a reforzar sus posibilidades de respuesta tras constatar que existe «un gran riesgo» de ataque, ya sea «de imitación o apoyo».
«Es claramente una posibilidad, la cuestión es saber cómo y dónde tendría lugar el atentado y si es detectable o no», aseguró a los medios de comunicación, a la salida del encuentro, Timothy Jones, consejero principal del coordinador antiterrorista de los Veintisiete, Gilles de Kerchove. Aunque los cuerpos de vigilancia de la Unión eran conscientes de la posibilidad de que se produjeran ataques vinculados a grupos extremistas, «nadie esperaba uno de gran escala en Noruega», reconoció Jones.
Precisamente a partir de las «lecciones que deben extraerse» de la tragedia, los expertos en lucha antiterrorista de los Estados miembros estudian cómo aumentar los controles sobre la venta de sustancias que pueden utilizarse para fabricar explosivos, como es el caso de los fertilizantes. En ese sentido, la Comisión Europea prevé presentar en los próximos meses una propuesta de normativa en la que se fijen las cantidades máximas a adquirir de determinados productos y controlar de esa manera su venta.
El Ejecutivo comunitario propondrá de igual modo el próximo mes de septiembre la creación de una red europea que aglutine a académicos y miembros de instituciones u ONG de prevención de grupos extremistas, con vistas a «mejorar los intercambios de información». «El terrorismo no tiene que ver con ninguna religión o creencia», subrayó Jones, al tiempo que reconoció que en el caso de Breivik «es muy difícil comprender los factores que intervienen en el proceso», sobre todo, si son de tipo «psicológico y sociológico».
Tras los ataques perpetrados en Oslo y la isla de Utoya, la oficina europea de Policía, Europol, ha movilizado también -por primera vez en su historia- una red de respuesta inmediata compuesta por expertos de Noruega, Dinamarca, Finlandia, Alemania, Polonia, Suecia y Reino Unido. La tarea del nuevo organismo será investigar las «pistas internacionales» del caso y examinar «las implicaciones de los incidentes en lo que se refiere a la amenaza de la extrema derecha en Europa».
Largo juicio
Mientras los líderes europeos elevan su nivel de respuesta ante los ataques terroristas, la Justicia noruega informó ayer de que el proceso contra Breivik será largo y no tendrá lugar hasta 2012 puesto que el acusado deberá responder por el asesinato de cada una de las 76 víctimas de la tragedia. Así lo precisó el fiscal general, Tor-Aksel Busch, quien añadió que tal y como apuntó previamente el fiscal de la Policía, Christian Hatlo, se evalúa la posibilidad de imputarle crímenes contra la humanidad para elevar así de 21 a 30 años el margen de la pena máxima que contempla las leyes del país escandinavo.
El juicio precisará de un exhaustivo trabajo de investigación a la altura de los nueve años que, al parecer, el detenido dedicó a preparar en detalle su macabro plan para «castigar» a la socialdemocracia y cortar de raíz el relevo de los laboristas por «importar masivamente musulmanes». En busca de pruebas que contribuyan a esclarecer la responsabilidad del joven ultra, los agentes continúan rastreando las aguas en torno a la isla y el complejo gubernamental de la capital.
En una nueva emotiva jornada en la que los rostros de los fallecidos en la matanza centraron la atención de la prensa local, los cuerpos de rescate dieron por «completada» la búsqueda de cuerpos en el lago, según aseguró el jefe policial, Johan Frediksen. Por delante queda a los cuerpos de seguridad la difícil tarea de devolver «la sensación de seguridad» a una nación todavía en shock y rota por el dolor.