Sobre estas líneas, momento en el que las fuerzas de seguridad llegaron a la isla de Utoya. En el recuadro, algunos sacos en la granja del autor confeso de la masacre. :: AFP / EFE
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La Policía sorprende al rebajar las víctimas

Las fuerzas de seguridad, criticadas por su tardía llegada a la isla, cifran en 76 los muertos que habían elevado a 93

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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La Policía noruega rebajó ayer por sorpresa el número de víctimas de la doble masacre. Tras revisar su recuento inicial de 93 muertos, los mandos de seguridad concluyeron que la cifra real asciende a 76, la mayoría en Utoya. El ajuste se debe a que la primera estimación de fallecidos en la isla era notablemente superior. La actuación de los agentes empieza a tener cada vez más grietas después de que se supiera que Anders Behring Breivik estuvo ejecutando jóvenes durante una hora hasta que fue detenido.

Los nuevos cálculos de la Policía desvelan que 68 personas perdieron la vida en el campamento del Partido Laborista y otros 8 al estallar el coche bomba en Oslo. Hasta ahora, se había informado de que los muertos en Utoya eran 86 y 7 en el distrito gubernamental de la capital. Las fuerzas de seguridad atribuyeron el error a las «circunstancias difíciles» en las que se ha llevado a cabo la recuperación de cuerpos en la isla. Al parecer, tanto los agentes como los servicios de rescate se volcaron desde el principio en ayudar a los supervivientes, lo que pudo provocar que se contaran «más de una vez» varias víctimas.

La Policía elevó dramáticamente la cifra de muertos a primera hora del sábado. Los noruegos intentaban asimilar el shock inicial del doble ataque ocurrido la tarde del viernes cuando se empezó a vislumbrar la increíble dimensión de la tragedia de Utoya. De apenas cuatro fallecidos se pasó a 80 al comprender que Breivik había intentado aniquilar a la cantera de la formación laborista. Los asistentes al campamento, que superaban el medio millar, tenían entre 15 y 22 años. Las fuerzas de seguridad todavía buscan a varios desaparecidos, aunque rechazaron ofrecer una cifra concreta para evitar nuevas «confusiones».

El patinazo con el balance de fallecidos añade más presión a la controvertida actuación policial durante la matanza. Aunque Noruega está más centrada en arropar a los familiares de las víctimas, las críticas empiezan a aflorar por la tardanza de los agentes. Breivik tuvo más de una hora para perpetrar su cacería humana porque nadie se lo impidió antes. Los policías locales de Buskerund, región a la que pertenece Utoya, fueron los primeros en llegar al lago, pero no pudieron cubrir el kilómetro de distancia hasta la isla porque carecían de una lancha adecuada.

El jefe de Operaciones policiales de Buskerund, Erik Berga, explicó que una unidad intentó cruzar el lago apenas media hora después de que arrancara el tiroteo. El bote, sin embargo, empezó a hundirse porque no podía con tanto peso. «Cuando se subió tanta gente con material el agua comenzó a entrar y el motor se paró», detalló. Paralelamente, se optó por aguardar la llegada del equipo de élite Delta, lo que provocó un mayor retraso en la intervención.

La fuerza de asalto, que se encontraba a 45 kilómetros del escenario de la masacre, tuvo que desplazarse en coche porque carecía de un helicóptero en su base. Según apuntó Reuters, las críticas por la falta de infraestructura del equipo Delta se han repetido en los últimos años. Al llegar al lago, los jefes de la unidad pidieron a los residentes sus lanchas para poder cruzar hasta la isla. Existen versiones distintas sobre el tiempo que tardó Breivik en rendirse. Algunas fuentes policiales hablan de 20 minutos, mientras que otras aseguran que fueron dos. En cualquier caso, parece que tenía munición de sobra para seguir con la matanza.