¡Ojo al gorila!
Un exescolta de Britney Spears le reclama una indemnización más propia de un exmarido
Actualizado: GuardarNo me ha sorprendido demasiado la muerte de Amy Winehouse, para qué nos vamos a engañar. Más me sorprende que Whitney Houston, con todo lo que se ha metido, esté a punto de alcanzar los 48, que Lindsay Lohan pueda llegar a pasar de los fatídicos 27 (acaba de cumplir 25) o que Britney Spears, a quien ahora uno de sus guardaespaldas acusa de drogarse y desnudarse delante de él, alcance los treinta antes de que termine el año. A este paso, en los colegios, además de la Generación del 27 (si es que eso todavía se estudia) los profes tendrán que abordar en clase el Club de los 27; ese selecto y siniestro círculo al que pertenecen estrellas mundiales del pop y del rock muertas a esa edad, y en el que ahora ocupa un lugar de honor la entrañable y frágil loca del moño que fue Amy Winehouse. Que, por cierto, la relación existente entre un moño exagerado y torcido y el desequilibrio mental, o viceversa, también es digna de tesina, pero ese es otro capítulo.
Además de la edad a la que murieron, los miembros del club de los 27 tienen en común la autodestrucción como causa de su fallecimiento. La pregunta sería si fueron todos tan geniales gracias a las drogas o a pesar de ellas. Me inclino por lo segundo. El mundo está lleno de ridículos mitómanos que intentan imitar a sus héroes justo en lo más accesible y banal: sus vicios, sus debilidades, su forma de vestir o de castigarse el cuerpo... Sin embargo, en ningún caso alcanzan, ni de lejos, su grado de inspiración. Sencillamente, porque el talento es inimitable. Y la creatividad representa su cara norte. Escalarla requiere un titánico esfuerzo.
El que algunos hayan sido capaces de llegar temprano a la cumbre y encima hacerlo con resaca sólo demuestra que hay seres superdotados cuya genialidad es capaz de resistir incluso una mala gestión de la vida. El cuerpo, como ya se ha visto, no aguanta tanto. Britney Spears no es exactamente un genio, pero al menos parece haber hallado la lucidez suficiente (crucemos los dedos) como para cambiar el rumbo de una vida errática. Dicen que está como nueva. El problema es que uno de sus ex guardaespaldas no.
Tras convivir con ella, ha quedado para el trapo. El hombre dice sufrir ataques de ansiedad, insomnio, depresión... Y todo porque, según él, Britney se drogaba y desnudaba en su presencia, intentó seducirle, pasaba días sin ducharse, se metía el dedo en la nariz y aliviaba sus ventosidades sin el menor recato ni comedimiento. De modo que ahora, en compensación, el ex 'gorila' le exige a la princesa del pop siete millones de euros.
¿Siete millones por pasearse desnuda, intentar seducirle de la forma más vulgar, pasar días sin ducharse, hurgarse la napia y tirarse pedos? Me pregunto qué tendrían que pedir entonces muchas mujeres a sus exmaridos.