Insaciablemente generosos con lo ajeno
ABOGADO Actualizado: GuardarEs sin lugar a dudas el perfil estándar de una buena parte de los políticos que para desgracia de muchos nos gobiernan. Después de la cita electoral, donde se han movido poltronas de más de treinta años, lo que queda por prudencia y sentido común es airear el ayuntamiento o comunidad autónoma al completo, levantando las alfombras aunque estas salgan volando y someter las finanzas municipales y autonómicas al examen del auditor. Todos saben del desmadre, pero la realidad supera la ficción, aunque parezca increíble. Sólo hay que ver Castilla-La Mancha. Si el sobrio y austero Don Quiijote levantara la cabeza, Cervantes lo habría reinventado aunque fuera con la mismísima izquierda. La mano, claro. Los vientos de la izquierda, esta no es la de la mano, instalada desde los albores de la democracia en muchos lugares de España, apostaron por el Estado benefactor, por el Estado sin límites, tanto que coartaron y limitaron el espacio del individuo, para alienarlo al Estado y someterlo a su poder, invadiendo sin pausa y sin límite, su cada vez más precaria esfera de libertad individual.
El Estado todopoderoso, el «buenismo» del Estado que redistribuye hasta la sangre del contribuyente, son algunos de los calificativos atribuidos al Estado, no sólo por los socialistas, también por los populistas recalcitrantes de la derecha, que no son pocos. Los vientos portantes del socialismo han invadido nuestro país desde donde sale el sol hasta su ocaso. Muchos de los que han nacido en los últimos tres decenios, no han conocido otra cosa. Es lógico que los principios en los que se sustenta las democracias liberales, les suene extraño. El esfuerzo, el riesgo, la superación personal.son paranoias que no comulgan con lo políticamente correcto, como término implantado en los últimos tiempos, condicionado por la prevalencia del Estado, por encima de todo, incluso de la propia persona. Pero, la crisis, los excesos cometidos en el pasado más reciente, han hecho rolar el viento, no sabemos si hacia el levante o hacia el poniente.
La brisa complaciente es ahora tempestad, es lo que supone vivir por encima de nuestras posibilidades. Es lo que venimos haciendo desde hace mucho. Ahora no hay dinero público para financiar los servicios públicos que el Estado hizo suyo y que asumió sabiendo del desequilibrio en el que se incurría, primero en forma de déficit y su acumulado anual, como deuda pública. La social democracia se ha quedado sin mensaje, al menos el que ha mantenido desde los años cincuenta. Tiene que reinventarse y sería deseable. Todo indica en el corto plazo, que su nueva ubicación es virar a babor, adoptando posiciones cada vez más escoradas hacia la izquierda. Lo que es incompatible con el contexto europeo e imposible en el del euro. Y la prueba palpable de lo que digo han sido las reformas emprendidas por el gobierno desde 2010, a pesar de su consideración de extemporáneas y tibias.
Ahora, observamos el capítulo bochornoso de la falta de rigor y transparencia en la llevanza de las cuentas públicas y en la gestión de la «cosa pública». La rendición de cuentas está de muchos de los que nos han gobernado hasta el presente está soliviantando a muchos ciudadanos. De igual forma que el consejo de administración de una sociedad mercantil responde ante la junta universal de sus accionistas, cualquier gobierno de cualquier administración pública, debiera responder ante los ciudadanos. Quizás el término más adecuado a emplear para justificar y fundamentar la responsabilidad del gestor público ante la contraparte ciudadana sea el de contribuyente. Y en estos momentos donde las alfombras vuelan por los aires de España, el espectáculo es simplemente de bochorno y de vergüenza. Pero igual que los gestores privados responden penal y civilmente, los que gestionan lo público, tienen patente de corso, lo que tiene que ser revisado con toda premura. El caso islandés es paradigmático al efecto y debiera hacernos reflexionar. Digo todo esto, porque la documentación enviada por el nuevo gobierno de Castilla-La Mancha al Ministerio de Economía, pone al descubierto la situación de quiebra total de la Comunidad Autónoma. Transcurrido veintiocho años de gobierno socialista, la tesorería dispone de un montante que asciende a 36,8 millones de euros y una cantidad en concepto de proveedores y acreedores que supera los 2.606,7 millones. Y eso que lo anunciado por el ex presidente en el traspaso de funciones, ascendía 700 millones.
Achacaremos a las agencias de calificación el problema y la responsabilidad de todos nuestros males, porque es lo más sencillo y de paso se le da un palito a eso que algunos llaman peyorativamente «mercados». Así, un grupo de abogados y diputados han presentado una querella contra las agencias de rating ante la Audiencia Nacional, por su manera de proceder. No me consta sin embargo, que el celo puesto en ello haya supuesto la incoación de otra contra los gestores públicos que simplemente han llevado a la quiebra a un sinfín de administraciones, tanto locales como autonómicas. Muchas de estas se enfrentan a un doble problema. Primero, una desastrosa gestión económica financiera, que puede ser calificada sin temor a equívocos como ineficaz, ineficiente e irracional. Y segundo, el soporte contable en el que se asienta esa gestión, ni por asomo se ajusta a los mínimos parámetros de transparencia y prudencia contable. Parece como si todo el potencial intelectual de muchos de estos manirrotos y desaprensivos políticos en la gestión de la «cosa de todos, la cosa pública», ha sido crear los necesarios mecanismos de ingeniería financiera para jugar al despiste y obtener la posibilidad de gastar y gastar sin límites hasta la ruina total. Como decía la insigne Ministra Dª. Carmen Calvo, «como es de todos, es que no es de nadie, qué más da entonces2.
Pero, me he referido sólo a un ejemplo de lo que no se debe hacer. Lo malo es que cada día que pasa, la lectura de la prensa se ha convertido en un acto de cabreo. Sólo dos ejemplos con los que se me cortó la digestión días atrás, el despilfarro en la gestión del Patronato de Turismo de la Costa del sol y la desvergüenza de un alcalde onubense que además era senador, todo un artista en el manejo de las medias verdades para jugar al despiste con sus retribuciones públicas. Y mientras tanto, nuestros pensionistas con la pensión congelada. Todo un ejemplo de evolución por algunos, de socialistas a «sociolistos».