TIEMPOS REVUELTOSARRIBA EL TELÓN
La alcaldesa ha querido jugar al despiste o al desconcierto cuando ha dicho que «intentará» que el Villamarta siga abiertoLa Junta ha ofrecido a sus empleados de Justicia trabajar horas extra por la tarde; quizá debería haberlo hecho con parados
Actualizado:Espero que sea lo que en la profesión periodística es conocido como una serpiente de verano. Me refiero a las informaciones que apuntan a los graves problemas económicos y de funcionamiento que arrastra el teatro Villamarta, e, incluso, a la posibilidad de que el Ayuntamiento lo cierre. Sinceramente, no me lo creo. A ver, me creo lo primero, lo de que están tiesos, lo de que la Junta y el Gobierno central han recortado un 50% las ayudas y lo de que el Consistorio no puede cargar solo con tan pesada carga. Pero, al mismo tiempo, no doy crédito a que una de las soluciones que se estén barajando sea echarle el cerrojo de nuevo al único teatro que tenemos en esta ciudad y a uno de los pocos espacios culturales serios que habitan nuestra geografía.
La alcaldesa, sin embargo, ha querido jugar al despiste o al desconcierto cuando ha dicho que «intentará» que el Villamarta siga abierto. María José García Pelayo lleva la política en las venas, se mueve en ese mundo como Pedro por su casa y sabe de la rentabilidad que le puede sacar a un asunto como el que nos ocupa. En primer lugar, dar carta de naturaleza a la noticia de que el teatro Villamarta se está muriendo sirve para lanzar un nuevo mensaje a los ciudadanos de lo mal que están las cosas. Recientemente, tuve la oportunidad de participar en un curso profesional en el que, entre otras cosas, aprendí que hay que machar un mismo mensaje hasta siete veces para que la gente se entere de verdad.
Por tanto, y al margen de que demasiados jerezanos saben de primera mano lo mal que está todo y lo comprueban cada vez que abren la nevera y la ven casi vacía, no viene mal recordar a todo hijo de vecino en esta ciudad que las arcas municipales no es que estén en números rojos, es que echan fuego. De otra parte, especular sobre el incierto futuro del Villamarta sirve también para concienciar a la opinión pública, generar una corriente a favor del teatro y presionar a instituciones públicas y privadas para que remen a favor del coliseo jerezano y se rasquen el bolsillo en pro de la noble tarea de evitar que el único teatro de la ciudad vuelva a convertirse en historia. Y por si hiciese falta algún motivo más, podríamos pensar que a la alcaldesa le interesa también este debate para presentarse como salvadora del teatro cuando se confirme su continuidad.
En definitiva, es posible que políticamente a nuestro Gobierno municipal no le venga demasiado mal que se hable sobre una hipotética desaparición del Villamarta, pero, y aunque sé a ciencia cierta que el Ayuntamiento no tiene un duro, es harto improbable que lleguemos a tales extremos. Ya se cuidarán García Pelayo y el PP de recortar en otros capítulos y de buscar el dinero hasta debajo de las piedras como lo han hecho para pagar las nóminas y la paga extra de los trabajadores municipales, pero estoy convencido de que en esta ciudad tan necesitada, escasa y falta de una vida cultural en condiciones no permitirán que se vaya a pique el referente en ese campo de los jerezanos y otros muchos ciudadanos de nuestra provincia. Eso sí, no descarten que en los próximos años la programación del Villamarta se vea sensiblemente alterada y notablemente afectada por la tiesura general, pero de ahí a cerrarlo va un abismo.
La propia Isamay Benavente, directora del coliseo jerezano, ha descartado tajantemente esa posibilidad. Tendremos que bajar el listón, ser más modestos en el Festival de Jerez y en los distintos ciclos que tanto con Paco López como con Isamay Benavente han dado el extraordinario caché que tiene a nuestro teatro, pero el Villamarta no se cerrará.
Ya lo verán. No podemos llegar hasta ese punto. El ser humano no solo se alimenta de comida y ya pasamos una travesía del desierto con el teatro cerrado durante años. Eran otros tiempos. Hoy día, una ciudad como la nuestra y por mucha crisis que haya no se puede permitir el lujo de ver desaparecer un equipamiento de esas características. Frente a mí, en un corcho, veo dos entradas del Villamarta que conservamos en casa por lo especial que tuvo el espectáculo que fuimos a ver ese día. Arriba el telón. No dejemos sólo a nuestro teatro y seguro que entre todos lo sacamos hacia adelante.