CARTAS A LA DIRECTORA

Los culpables de la crisis

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En la prensa leo y escucho diariamente multitud de artículos, entrevistas, debates, etc.., poniendo de manifiesto la necesidad de cambios importantes en la política y en la sociedad, como algo imprescindible para salir de la crisis. En casi todos los lugares se expresa que el problema de fondo lo generan los mercados y los sistemas financieros internacionales porque imponen austeras condiciones a los gobiernos y que estos no pueden hacer nada. De este modo vemos con asombro como en nuestro país se ha aprobado entre otras cosas el aumento de la edad de jubilación de los 65 a los 67 años y de las cotizaciones nacesarias, lo que sin duda es una gravísima regresión social.

Sobre las causas de todo ello, sinceramente como ciudadano no alcanzo a comprender casi nada porque no entiendo de más economías que la doméstica. Pero me pregunto si de verdad ni tan siquiera políticos y gobiernos podrán imponer un mínimo de organización interna en cada país para que las cosas mejoren, al menos un poquito, y si los ciudadanos en peor situación seríamos capaces en ese caso de estar a la altura de afrontar esa nueva organización con la ética y honestidad que va a ser necesaria, o por el contrario preferiremos seguir manteniendo con nuestros comportamientos la misma actitud que, al parecer, hoy nos imponen a ciudadanos y gobiernos esos mercados internacionales.

Se dice que la burbuja inmobiliaria vino impuesta y nadie pudo hacer nada hasta que hemos llegado a donde hemos llegado. Pero en todo ese tiempo en el que la burbuja crecía, he observado como ideas innovadoras que trataban de cambiar eso se difuminaron en el aire por la imposición de los mercados y también por el desánimo de los gestores de las mismas ante el comportamiento de algunos ciudadanos.

Hubo quien, con la ayuda de algunos municipios que cedieron suelo, construyó y vendió vivienda a precio moderado pensando en ayudar a aquellos ciudadanos con rentas bajas. A los pocos años, algunos de los compradores las vendieron a otros ciudadanos como ellos doblando su precio y poniéndolo a la altura de la burbuja, recordándome a aquella película de Luís Buñuel titulada 'Viridiana', en la que un grupo de comensales mendigos se burlaban de aquella anfitriona que les abrió la puerta de su casa para darles de comer.

Creo que para salir de la crisis y evitar que siga ocurriendo lo que en este país todos estamos padeciendo, a mi juicio lo primero que tenemos que cambiar algunos ciudadanos es nuestra ética y principios, disminuyendo nuestro egoísmo y codicia personal que tanto nos hace asemejarnos a esos crueles sistemas financieros. De lo contrario, las crisis serán cada vez mayores y no solo los mercados internacionales tendrán la culpa, sino también, y en buena parte, los mismos ciudadanos.