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Editorial

Fitch enfría el entusiasmo

La amenaza de la agencia de calificación no invalida la oportuna reacción de la UE

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La canciller Merkel no se quiso extender ayer sobre las razones que llevaron a los Diecisiete a desoír al presidente del Banco Central Europeo, Trichet, opuesto a que se hiciera intervenir a los bancos privados en el segundo rescate a Grecia. Sin embargo, es evidente que la jefa del Gobierno alemán buscaba con ello dos objetivos: en primer lugar, disuadir a otros países de que relajaran sus ajustes una vez arreglado el rescate griego; y en segundo lugar, hacer más digerible el esfuerzo para el electorado alemán, reacio como es lógico a que los recursos de la Unión, en gran parte provenientes de Alemania, hayan de aplicarse al rescate de países comunitarios que han incumplido sus obligaciones. Aun así, el texto pactado el jueves permite deducir que la contribución del sector financiero, a través de un canje de bonos, al rescate griego no será del todo voluntaria. El Eurogrupo cifra en 37.000 millones de euros la contribución neta del sector privado entre 2011 y 2014 más un programa de recompra de otros 12.600 millones, lo que representa un total de unos 50.000 millones. Frente a ello, la agencia de calificación Fitch considera que tal solución constituye «un fenómeno de impago restringido». A su juicio, la propuesta de canje de deuda formulada por Bruselas equivaldrá a «una pérdida neta del 20% para los acreedores de Grecia». El argumento que aporta para utilizar el término 'impago' es que los títulos actuales se cambiarán por nuevos bonos de menor valor en términos de rentabilidad (sus intereses serán más bajos para aliviar la carga de la deuda) y con mayores plazos de vencimiento. Se da por seguro que Moody's y Standard&Poor's secundarán la posición de Fitch. Frente a esta postura, la UE y el Banco Central Europeo han anunciado medidas para paliar las consecuencias que tendrá la caída de los bonos griegos, que seguirán siendo aceptados por el BCE, lo que desactiva de hecho las reticencias de las agencias de 'rating', cuyo ascendiente es grande en momentos de volatilidad y desconcierto pero mucho menor cuando los grandes actores europeos tiene las ideas claras. De hecho, ayer los mercados financieros optaron por el optimismo a pesar de todo.