CAMPO DE MINAS

El mito ciudadano (III)

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Tras una serie de artículos consagrados a cuestionar la alfabetización política de la ciudadanía y la naturaleza de la izquierda 'factible' o 'de gobierno' en nuestro país, trataré ahora de poner el enfoque sobre las peculiaridades del voto conservador que decantó los resultados de las últimas elecciones autonómicas y municipales hacia el brazo derecho de la balanza. Mi distinción radica principalmente en la dicotomía efectiva y por desgracia vigente entre 'clase media' y 'clase popular', ya que, si bien la primera se preocupa por su poder adquisitivo tanto como la segunda, se distingue de ésta por el empeño dedicado a la constitución de un patrimonio familiar-inmobiliario cuya posición pretende garantizar y proteger de un posible descenso al abismo de lo popular. Dicho estrato concentra no en vano a la mayor parte de los autónomos, comerciantes, artesanos y patronos de las pequeñas y medianas empresas, lo que explica y hasta justifica su temor ante el desclasamiento, ante el incremento de los gravámenes públicos y, en menor medida, ante la manera en que son atribuidas y distribuidas las ayudas sociales, toda vez que, en el seno de las clases medias, la calidad de vida no se limita únicamente a la obtención de un salario, sino que suele llevar aparejado el mantenimiento o la explotación económica de ese patrimonio. Así, la clase media española incluye una proporción creciente de ciudadanos que, paradójicamente, se reconocen a sí mismos en la crítica progresista o de izquierdas a un sistema económico del que no se consideran sino ligeramente beneficiarios, teniendo en cambio la sensación de soportar la mayor parte de su carga bajo la forma de retenciones fiscales y en provecho exclusivo de la clase baja o popular, cuando no de individuos a quienes no juzgan suficientemente meritorios como para favorecerse de su esfuerzo o su solidaridad. De esta veta progresivamente insolidaria es de la que se nutre sin el menor escrúpulo el populismo conservador, ya que estos ciudadanos se sienten tanto más inclinados a apartarse de los partidos de centro-izquierda (que no han querido asumir la expresión pública de tales problemáticas, contribuyendo así a que las formaciones conservadoras obtengan un fructuoso monopolio de ellas) en cuanto que se muestran particularmente sensibles a las cuestiones de economía, delincuencia e inmigración, sea porque les atañen directamente o porque, de manera inconsciente pero proyectiva, temen el grave influjo que en un futuro próximo estos condicionantes pudiesen ejercer sobre su estatus y su patrimonio, lo que, a su vez, anquilosa y refuerza su vocación inmovilista.