Jurados paritarios
Siempre hay que conceder a las leyes un punto de autoridad por encima de la opinión pública
Actualizado:En ese formidable embrollo que es la lucha de sexos se ha escrito un nuevo capítulo. El jurado que debía adjudicar el premio nacional de Cinematografía tuvo que disolverse cuando estaba a punto de emitir su fallo, porque a última hora alguien reparó en que su composición no cumplía los requisitos legales de paridad entre mujeres y hombres. Bueno, la ley es la ley. Siempre hay que conceder a las leyes un punto de autoridad por encima de la opinión pública, aunque solo sea porque esta se forma en la barra de cualquier bar donde esté la tele puesta, mientras que las leyes son negociadas en la cafetería del Congreso. Además, la paridad es un asunto delicado, y no solamente por denominarse con un vocablo tan al borde del chiste fácil.
La paridad consiste en confiar a la matemática lo que ni la cultura, las costumbres o la educación de la gente son capaces de solucionar por sus propios medios. El sueño igualitario de una sociedad con todas sus parcelas divididas en dos partes idénticas se da de bruces con una realidad compleja en la que no bastan las soluciones de pizarra de parvulario. Ahora bien, es una forma de empezar. Tal vez el 'fifty-fifty' de las cuotas y el desdoblamiento gramatical revelen en ocasiones nuestra debilidad por las formas por encima de los contenidos. Tal vez la obstinada confusión entre sexo y género solo esté sirviendo para dar cuartelillo a la corrección política en perjuicio de la igualdad real. Acabo de leer en la blogosfera los comentarios de algunos graciosos que hablan de «jurados y juradas», «comisiones partidarias» y, ya lanzados, de «tontas del cupo». Es el precio de las intentonas, de los tanteos, de los palos de ciego bienintencionados que hay que ir dando mientras no encontramos otra forma mejor de solucionar el eterno y alborotado asunto de los chicos y las chicas. Y, claro, así surgen situaciones absurdas como la del premio nacional de cine. ¿Habrá que invalidar premios de años anteriores concedidos por jurados también desiguales?
El criterio de la paridad, como muchas otras medidas de discriminación positiva, es uno de esos goznes chirriantes que por mucho que se los engrase nunca acaban de funcionar bien, pero tampoco mal, porque la puerta da a un recinto menos indeseable que el anterior aunque para abrirla haya que hacer ruido. Coincidiendo con este contratiempo, dos magistrados han dictado sendas sentencias en otras dos parcelas del mismo territorio; la una, sobre el derecho de una mujer separada a percibir una retribución por las tareas domésticas desempeñadas en el hogar, y la otra acerca del límite prudencial de tiempo para que un hombre deba pagar una pensión a su exesposa. Son dos baldosas inestables para un pavimento que sigue siendo resbaladizo, pero que gana firmeza si lo miramos con cierta perspectiva temporal. A este paso, igual un día acabamos por aclararnos un poco. O la liamos más, que nunca se sabe.