El PSOE se lanza en tromba a rentabilizar el resurgir de 'Gürtel'
Rubalcaba tacha de «disparatadas» las comparaciones entre el chivatazo a ETA y la trama de corrupción que salpica al PP
MADRID.Actualizado:El PSOE siente que la dimisión de Francisco Camps le ha propiciado por fin un hueso apetitoso que roer y está dispuesto a sacar todo el partido al único asunto que en esta legislatura ha logrado desviar el foco de los apuros del Gobierno en detrimento del PP y de Mariano Rajoy, el 'caso Gürtel'. Alfredo Pérez Rubalcaba afirmó ayer que el escándalo impedirá en adelante al primer partido de la oposición «levantar la bandera de la regeneración democrática». Y de paso desestimó por «disparatada» la comparación entre la responsabilidad del ya expresidente de la Comunidad Valenciana en este episodio de corrupción y la suya en el chivatazo a ETA.
El candidato del PSOE había evitado pronunciarse sobre la situación de Camps desde que el viernes pasado el magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Valencia, José Flors, acordó la apertura de juicio oral. Y tampoco lo hizo el miércoles una vez que el dirigente autonómico anunció su renuncia. Los socialistas sabían que el PP tardaría poco en apuntar de nuevo hacia él y en poner el gesto de su 'barón' como ejemplo de dignidad a seguir por quienes considera salpicados por el soplo del 'caso Faisán', el propio Rubalcaba y el exsecretario de Estado de Seguridad y actual ministro de Interior, Antonio Camacho.
Finalmente, el exvicepresidente primero del Gobierno tuvo que pronunciarse sobre el asunto en una entrevista en TV3. En realidad, no dijo nada nuevo más allá de que el 'Gürtel' y el 'Faisán' no tienen «nada que ver». Reiteró que lo relevante para la lucha antiterrorista es que todos los presuntos implicados en la trama de extorsión de la banda fueron detenidos y el único motivo por el que el PP saca a colación este asunto judicializado una y otra vez es porque él es ahora el principal referente del PSOE. Y ahí lo dejó todo. Tampoco quiso volver a hablar del tema en los pasillos del Congreso, pese al acoso de los informadores.
La respuesta que en adelante prepara el Gobierno es algo más elaborada. En el entorno de Camacho recuerdan que ni él ni Rubalcaba han estado jamás procesados o imputados por el 'chivatazo'. Es más, subrayan, ni siquiera han sido citados como testigos. Además alegan que pedir responsabilidad a los ministros del Interior por presuntos delitos o faltas cometidas por los funcionarios a su mando es absurdo y llevado al extremo llevaría a la parálisis del Ministerio.
La brecha que pretenden abrir los populares no evitó aun así que el grueso del PSOE saliera en tromba para aprovechar la ola creada, no ya por la renuncia en sí de Camps, sino por todo lo que la ha rodeado: las supuestas presiones de la dirección nacional del PP para intentar que se declarara culpable y evitar así la celebración del juico en plena campaña a las generales, su decisión de aceptar primero y su posterior marcha atrás, y su ulterior salida proclamando su inocencia.
Insólito
El vicesecretario general de los socialistas y nuevo portavoz del Ejecutivo, José Blanco, dirigió la mirada hacia Rajoy para meter el dedo en el ojo y, al tiempo, marcar la diferencia entre el plano político y el judicial. «Camps tiene derecho a su defensa; la defensa que le negaba el PP cuando trataba de obligarle a que se declarara culpable -dijo en RNE-. Lo insólito es que Rajoy despache un asunto tan grave con un comunicado».
Pero también hablaron el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui; la jefa del comité de campaña electoral, Elena Valenciano; el número dos del grupo parlamentario socialista, Eduardo Madina, y hasta la ministra de Defensa, Carme Chacón, frustrada antagonista de Rubalcaba. Todos coincidieron en un mensaje: Aún queda 'Gürtel' para rato y el PP se equivoca si cree que tapará el escándalo con «banalidades» como la de González Pons y su «chupadita».