reunión en bruselas

La caída de Grecia sacudiría «todos los rincones» de Europa

El presidente de la Comisión remarca la importancia de la cumbre de la Eurozona que se celebra hoy

BRUSELAS Actualizado: Guardar
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José Manuel Durao Barroso empieza a especializarse en discursos trascendentales. Hace apenas un mes, el presidente de la Comisión hacía tragar saliva a toda la UE al anunciar que no existía "un plan B" si Grecia rechazaba los durísimos recortes exigidos para su nuevo rescate. Ha recuperado ese tono de emergencia histórica para remarcar la importancia de la cumbre de la Eurozona de este jueves. El líder comunitario apeló a la responsabilidad porque si no se logra un acuerdo para mantener a flote al país heleno las consecuencias "se sentirán en todos los rincones de Europa".

Barroso se sumó con su comparecencia a las voces que desde fuera de la UE reclaman un pacto definitivo para acabar con las crisis de la deuda. El FMI y Barack Obama elevaron el martes la presión con distintos gestos para que la cumbre no fracase. El jefe del Ejecutivo comunitario siguió la senda abierta desde el otro lado del Atlántico y recordó a los socios comunitarios que ha llegado la hora de la verdad. "Los estados miembros se comprometieron a hacer todo lo necesario para garantizar la estabilidad. Es el momento de cumplir lo prometido", proclamó solemne.

El presidente de la Comisión no hizo referencia directa a las diferencias que atenazan a los 17 países del Eurogrupo, pero lanzó un nítido mensaje entre líneas. A su juicio, todos los socios tienen su responsabilidad en esta crisis, bien por los ajustes que deben acometer -el caso de España- o porque les toca -como a Alemania- rascarse el bolsillo. "Todos deben comprometerse. Tanto los que necesitan reducir su déficit y su deuda como a los que se les reclama solidaridad", aseguró antes de avisar de que la historia podría juzgar "severamente" a la actual generación de líderes europeos.

Las palabras de Barroso reverberaron especialmente en Berlín, donde ayer se reunieron Angela Merkel y Nicolas Sarkozy. Los actuales representantes del eje franco-alemán, el histórico motor europeo, cenaron juntos para acordar una línea de acción común de cara a la cumbre. Ambos líderes acostumbran a mantener citas de este tipo antes de un encuentro comunitario, pero ésta tenía una dimensión diferente. Incluso los mercados agradecieron la apuesta por la coordinación con una jornada de notables ascensos.

El Ibex 35 cerró la jornada con un ascenso del 3,06% y por encima de los 9.700 puntos, con Gamesa, Santander, Bankinter y BBVA a la cabeza. El resto de Bolsas europeas también subieron, Milan un 3%, el Cac de París un 1,6%, el Dax alemán un 0,40% y el Ftse de Londres un 1,1%.

Agenda trastocada

Merkel y Sarkozy tenían mucho que hablar. De hecho, el presidente francés volará este jueves a Bruselas desde Berlín para apurar el tiempo al máximo. La cita descolocó la agenda de la cumbre, que arrancará a la una de la tarde, una hora después de lo previsto. También se retrasó la reunión previa de los 'número dos' de los Ministerios de Economía convocada para la tarde de ayer. Finalmente, se celebrará a primera hora, ya con los frutos del diálogo franco-alemán.

La mayor diferencia entre Merkel y Sarkozy reside en la implicación de los bancos, principales acreedores de Grecia, en el segundo rescate. La canciller defiende una opción más agresiva para que su aportación sea "sustancial". El líder galo, en consonancia con la posición del BCE, apuesta por una participación voluntaria del sector privado que evite el contagio de España e Italia. Las agencias de rating ya han advertido de que declararán la quiebra parcial de Atenas -situación que incendiaría los mercados- si se presiona en exceso a las entidades.

Los expertos de la Eurozona trabajan desde hace semanas para intentar resolver el entuerto. La propuesta que podría satisfacer a Merkel es la aplicación de una tasa a todos los bancos y cajas.

Paralelamente, se estudia también ofrecer un menú de posibilidades a los acreedores para que canjeen o vendan sus títulos. El gran objetivo es hacer sostenible la deuda helena, que asciende al 150% del PIB del país.