
El filántropo gaditano que conquistó la 'Gran Manzana'
Manuel Martínez rescata la figura del millonario Elías Ahuja que dedicó parte de su fortuna a ayudar a los más desfavorecidos
CÁDIZ. Actualizado: GuardarFue uno de los gaditanos que amasó mayor fortuna durante su vida y dedicó gran parte de ella a ayudar a los más desfavorecidos. Con sus fondos, creó una asociación benéfica y organizó decenas de comedores de beneficencia. Durante su estancia en Nueva York se codeó con magnates como Pierre Du Pont o el dueño del Empire State Building, John Raskob. Pese a tener el título de hijo predilecto de El Puerto -donde vivió muchos años-, se trata de uno de los personajes menos conocidos de la historia local. No obstante, ahora el historiador Manuel Martínez ha rescatado la biografía de Elías Ahuja en 'El buen samaritano', un libro que se presenta hoy de forma virtual en la web www.eliasahujaandria.es. Se trata de un homenaje a la altruista labor de un hombre que murió en soledad pero que dedicó todos sus esfuerzos a mejorar la vida de sus paisanos entre 1928 y 1937.
«Mientras trabajaba en mi anterior libro, 'Historia del penal de El Puerto', me hablaron de Elías Ahuja y de su labor con los presos. Decidí investigar y me llamó la atención cómo este personaje, que dejó una enorme fortuna, era un total desconocido en Cádiz», cuenta el escritor. Aunque Ahuja dejó una herencia de 16 millones de dólares para su fundación El buen samaritano, que todavía hoy funciona en Estados Unidos, «nadie le reconoció su labor» y en Cádiz, de donde es natural, muy pocos saben de él.
Su historia se remonta a los albores del siglo XX. Cuando era joven, su padre decidió mandarlo a Norteamérica a estudiar y pronto se convirtió en un hombre de negocios. Su carrera se catapultó tras conocer al empresario Pierre Du Pont, con quien colaboró en la exportación de nitratos desde los desiertos de Chile. Era un componente decisivo en la industria agrícola, y sobre todo en la fabricación de pólvora durante la Segunda Guerra Mundial. «La visión que tuvo del sacrificio de los trabajadores en Chile marcó su carácter», asegura Martínez y achaca a esta experiencia la decisión de Ahuja de volver a España y destinar sus fondos a la ayuda a los desfavorecidos.
En 1928 Ahuja regresó a Cádiz y creó una asociación de beneficencia que organizó comidas para miles de personas hasta la llegada de la Guerra Civil. «Al ser millonario, era un bombón para el régimen», así que decidió volver a Nueva York, después de que le acusarán de practicar la masonería y dictaran una orden de ejecución contra él. El libro de Martínez incluye incluso un extracto del expediente de esa causa judicial. Sería gracias al general Varela, a quien había conocido después de realizar obras benéficas dirigidas a los niños de la Guardia Civil, como Ahuja consiguió salir del país y volver a los Estados Unidos.
Su obra, todavía viva
En su querida 'Gran Manzana' el rico gaditano constituyó la Fundación 'El buen samaritano', a la que legó su patrimonio antes de morir. No tuvo descendencia, «sólo un sobrino sacerdote», por lo que dejó todo su dinero a los pobres. Ahora esta institución la dirigen algunos de los nietos de sus mejores amigos de Nueva York, personas influyentes que han pertenecido incluso al Tribunal Supremo. Para documentar la vida de Elías Ahuja, Manuel Martínez contactó con los descendientes de los colegas empresarios del millonario gaditano y consultó fondos documentales españoles, chilenos y americanos.