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Sociedad

Maduras y 'yogurines'

Cada vez más mujeres mayores de 40 años buscan novios jóvenes

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Por diversión, por sexo, porque les da la gana o porque se sienten capaces de romper moldes. Lejos queda la idea, aceptada ya socialmente, de que un hombre maduro pueda mantener una relación con una chica mucho más joven sin montar un escándalo. Ahora también lo hacen las mujeres. Y cada año son más las que se ponen el mundo por montera y olvidan los prejuicios, hartas, tal vez, del qué dirán y de sus años de limitaciones. Siguiendo la estela de actrices, cantantes y resto de famosas (el último caso, el de Jennifer Lopez, de 41 años, que acaba de anunciar su divorcio y ya se le relaciona con el actor William Levy, once años menor) existen muchas mujeres anónimas que han dado el mismo paso: mantener relaciones formales con hombres bastante más jóvenes que ellas.

Las estadísticas lo atestiguan. 3.640 españolas mayores de cuarenta años se casaron en 2009 con hombres al menos diez años menores, según los últimos datos del INE. Y 196 maduritas de 60 años o más contrajeron matrimonio con hombres también diez años más jóvenes que ellas. Un dato curioso: de esas 196 féminas, doce se han emparejado con varones a quienes doblan en edad, es decir 30 años menores. Esas cifras hablan de uniones bendecidas por la iglesia o los juzgados. ¿Qué no pasará entonces con los romances y los encuentros de alcoba?

La tendencia es imparable, y no solo en Estados Unidos donde una encuesta publicada por la revista 'Mature' revelaba que un tercio de las mujeres estadounidenses de entre 40 y 69 años salía con hombres más jóvenes que ellas. Por cierto, el sondeo arrojaba un dato curioso: la razón por la que mantienen relaciones con más jovencitos no solo la tiene la práctica del sexo, que también, sino el deseo de diversión y de disfrutar de su libertad. Pero hay argumentos más contundentes. Como el de Carmen Villar, una atractiva peluquera madrileña de 52 años, divorciada y madre de dos hijos. «Tras una separación dolorosa, conocí a Ignacio. Es 12 años menor que yo y me hace feliz. Le gusta mi madurez y a mí, su juventud. La cama funciona de maravilla y la convivencia, aún mejor. Acabo de superar un cáncer y me ha visto calva, con todas mis arrugas, mis miedos, mi menopausia acelerada, y sigue conmigo. Mejor que nunca. Está claro que lo nuestro no es un calentón de un chico guapo y una madurita de buen ver. Eso pensaban muchos, pero el tiempo nos ha dado la razón. Con mis hijos, ya adolescentes, es estupendo. ¿Casarnos? Nooo, para qué».

Los expertos hablan y analizan el fenómeno, cada día más presente en la geografía nacional. A la psicóloga y sexóloga Mar Arnáez, no le sorprende. Lo atribuye a la influencia de los medios de comunicación, especialmente a la televisión. Y pone un ejemplo para justificar su argumento. «En estos momentos hay un número muy elevado de alumnos en Medicina para las dos próximas promociones. Es posible que tenga relación con series de tanta audiencia como 'House' y 'Hospital Central'. Si eso es así, ¿qué influencia no tendrán los programas rosas y de famoseo en los que vemos parejas con gran diferencia de edad», relata la especialista del centro sexológico Censex, de Valladolid.

¿Desde cuándo la edad es un obstáculo? Nunca lo ha sido, pero aceptarlo supone un cambio de mentalidad notable en una sociedad que no acaba de avanzar en la igualdad de sexos.

El psicólogo y especialista en Sexología Antonio López Delgado afirma que en este fenómeno subyace un importante componente de género. Con la incorporación al mercado laboral, las mujeres se han hecho más independientes desde el punto de vista económico y social y han dejado de lado aquel tópico que consistía en buscar en el hombre seguridad y protección. «Ahora son más conscientes de su deseo sexual. En el cambio de roles influyen las relaciones sexuales y, desde luego, las relaciones intergeneracionales. Los prejuicios van cayendo». López Delgado, profesor del Instituto de Sexología Al-Ándalus de Granada, pone el dedo en la llaga y alude a ese poso tradicional que condiciona la visión de ellos y ellas. «Que las mujeres se relacionen con jóvenes se ve mal porque ataca al sistema patriarcal y machista, que entiende que la mujer debe ser sumisa». Una sumisión de la que un buen día se hartó Teresa Fernández, divorciada de 43 años y directora de recursos humanos en una mediana empresa. «Lo siento, pero ya no soporto ni las canas, ni los hombres que solo ven en nosotras esa tabla de salvación a la que agarrarse. Quiero vivir, divertirme y tener sexo sin compromiso. Sin que eso implique fines de semana planchando camisas o preparando la comida de la semana. El matrimonio me fue mal, y algún que otro noviazgo con hombres mayores que yo, también. Los chicos de 30 me dan vida, me hacen reír», se sincera Teresa, que podría pasar perfectamente por treinta y pocos.

«Darse un homenaje»

Como Teresa hay muchas mujeres entre la cuarentena y cincuentena, divorciadas y con hijos ya independientes, que empiezan a sentirse bien con ellas mismas y lo último que quieren es aguantar a otra pareja. «Puede que lo único que necesiten es darse un homenaje», sugiere López Delgado, que aporta datos que ayudan a entender los nuevos comportamientos, entre ellos el de la mayor esperanza de vida. Hace unas décadas, una mujer de 55 se consideraba mayor y puede que lo fuera porque lo pensaba y lo parecía. En la actualidad, entre los 40 y los 60 o más aún se sienten jóvenes y con ganas de vivir y descubrir cosas nuevas.

Ahora bien, ¿qué buscan los jóvenes? Inteligencia y experiencia sexual, en general, en unas señoras que se conservan muy bien y suelen aparentar menos edad de la que marca su fecha de nacimiento.

Otro experto, el médico y sexólogo valenciano Vicent Bataller i Perelló, se muestra rotundo al sentenciar que la excepción no es una norma y que lo realmente habitual son las relaciones entre gente de la misma generación y gustos. Admite, sin embargo, que cada vez hay más mujeres que mantienen relaciones sexuales con jóvenes, síntoma, argumenta, de que «estamos en una relación postradicional». Tanto, que podemos encontrarnos con mujeres entre los 45 y 55 años «que son más liberales que sus hijas y sus nietas».

Bataller disiente de la opinión de López Delgado respecto a la independencia económica de las mujeres, a las que, a su juicio, les queda mucho por conquistar. «Los roles de género siguen siendo los del neolítico», asevera, aunque hay evidencias de que algo empieza a cambiar. Es el caso de las que desean ser madres sin tener parejas y de todas aquellas que ya no creen en la existencia de una media naranja. «El mito del príncipe azul irá cayendo, aunque no a corto plazo», agrega. Y el cambio lo están reforzando los hombres que empiezan a valorar más la inteligencia de las mujeres que su belleza física. Porque la belleza es un concepto muy subjetivo.

Y hay que sumar las mujeres que solo ansían experiencias frescas con jóvenes. «Hablamos de una generación más hedonista que no tiene que pasar por el diván antes de acostarse con alguien, aunque eso no significa que se hayan liberado del todo, como refleja su dependencia de la cirugía estética, de los pechos siliconados», lo que es una manera de expresar que no se aceptan a sí mismas. Bataller arremete con contundencia contra las intervenciones quirúrgicas: «La cirugía está haciendo mucho daño a la mujer». Con cirugía o sin ella, lo cierto es que muchas llegan solas a los cuarenta. Por decisión propia o ajena. Y puede que tan solo persigan una vida sin compromisos, sin obligaciones y que, por encima de todo, amen su propia libertad. Luego, la vida cotidiana hará el resto. ¿Quién asegura que no va a volver a tropezar dos veces en la misma piedra? Cosas del amor.