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Tropas canadienses se preparan para abandonar Kandahar tras dar por terminada su misión. :: AFP
MUNDO

La OTAN inicia en Bamyan el calendario de traspaso de la seguridad a las fuerzas afganas

La provincia situada en el centro del país estaba bajo mando de tropas neozelandesas y la transferencia se realizó de forma discreta

MIKEL AYESTARAN
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Las fuerzas afganas controlan desde ayer la provincia central de Bamyan. El 17 de julio era la fecha guardada en secreto por la OTAN y el Gobierno de Hamid Karzai para poner en marcha el calendario de transferencia de seguridad que antes de finales de este mes afectará a otras seis zonas del país, entre ellas la provincia de Kabul, el mayor espejo hacia el exterior y el lugar donde la insurgencia busca golpear para que sus acciones tengan la mayor repercusión posible.

La ceremonia oficial del traspaso de poderes tuvo lugar en el cuartel de la Policía en la capital provincial -en Bamyan no hay Ejército afgano desplegado- y contó con la presencia de los ministros de Interior y Defensa. No hubo cámaras en directo ni grandes fastos debido a la gran tensión existente tras la muerte del hermano del presidente el pasado martes en Kandahar y la publicación del informe de la ONU que eleva a 1.462 el número de civiles muertos en el primer semestre de este año. Por ello el acto de Bamyan quedó en un discreto segundo plano, para cumplir con la hoja de ruta marcada por Washington para poner fin a la misión en el país asiático.

La elección de Bamyan como «primer lugar que recuperan los afganos», según la agencia local Pajhwok, parecía lógica debido a la paz y tranquilidad que ha reinado en esta provincia en los últimos diez años. De momento los trescientos soldados de Nueva Zelanda del Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT, por sus siglas en inglés) permanecerán sobre el terreno aunque «se producirá un cambio en sus funciones, más orientadas a la reconstrucción y al desarrollo», aseguraron los portavoces de la Isaf, misión de la OTAN en suelo afgano.

Los ciudadanos de la zona se las prometían muy felices tras la salida del poder de los talibanes, responsables de la voladura de los budas gigantes que databan del siglo V. Con un pasado brillante como punto de paso clave en la ruta de la seda, Bamyan sobrevive abandonada en el centro del país pese a estar a escasos 250 kilómetros de Kabul. La provincia cuenta con aproximadamente medio millón de habitantes repartidos en siete distritos a los que apenas se destina el 0,5% del presupuesto que el Gobierno central destina a reconstrucción.

La población es mayoritariamente de etnia hazara -grupo de habla persa y origen mongol- y musulmana chií duodecimana, como en Irán, el extremo opuesto a la elite pastún y suní que dirige los destinos del país, y que no duda en denunciar la discriminación que sufre cada vez que tiene la oportunidad, pero lo hace por medios pacíficos. En el último año la capital de la provincia ha vivido tres grandes movilizaciones en las que los vecinos pedían carreteras asfaltadas, agua y electricidad, pero «como se protesta de forma pacífica, sin volarse por los aires como hacen en el sur, nadie hace caso», denuncia la página web Voz de la Crítica, que recoge testimonios de hazaras de una provincia donde la gente sigue viviendo en cuevas y se ve obligada a emigrar para subsistir.