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SOMOS DOSCIENTOS MIL

EMPLEADOS MUNICIPALES

ILDEFONSO CÁCERES
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Casualmente leía días atrás un llamativo titular en la prensa local, según el cual sólo 3 de cada 10 trabajadores municipales son funcionarios. Es decir, que en nuestro Ayuntamiento, cuyo principal problema es el del pago mensual de las nóminas (algunas con una cuantía ciertamente escandalosa), resulta que 7 de cada 10 de sus trabajadores han accedido al puesto de trabajo por la patilla. Normalmente gracias a la contratación a través de cualquiera de las múltiples empresas creadas por el municipio que, como sociedades mercantiles que son, escapan del riguroso control de algo que se llama la función pública.

Yo sospechaba que el número de contratados a dedo era muy importante en las diversas dependencias municipales, pero cierto sentido de la prudencia me invitaba a pensar que la cifra no llegaría ni de lejos a la mitad de la plantilla. ¡Ingenuo de mí! No es menos de la mitad. Ni siquiera la mitad justa. Ni un 60% que ya sería inmoral, sino que estamos hablando de que el 70% de quienes a diario fichan en el Ayuntamiento, o no fichan por estar de baja, han llegado a sus puestos de trabajo saltándose los principios de igualdad, mérito, capacidad y publicidad, que son esas cortapisas legales que pretenden que todos, en idénticas condiciones, podamos trabajar para la administración pública.

Lo más llamativo de todo es que en un país donde la igualdad -especialmente entre sexos- es una de sus grandes banderas, no he oído protesta alguna porque en el acceso al Ayuntamiento de Jerez, a la Junta de Andalucía o a cualquiera de los órganos administrativos, nadie respete dicho principio. Igualmente llama mi atención que los sindicatos de clase, garantes del sacrosanto derecho a trabajar en condiciones de igualdad y legalidad, aún no hayan protestado porque en Jereyssa, Emuvijesa, Jecomusa, la Gerencia de Urbanismo y no sé cuantas sociedades municipales más, la mayoría de sus empleados han entrado por la puerta falsa. No quiero ni pensar que los propios Sindicatos sean cómplices de este coladero, en el que lamentaría hallarme familiares y amigos de destacados líderes sindicales, pues ello pondría en solfa su propia catadura moral

Además no crean que me hace particularmente feliz escribir estas líneas, pues sé que, una vez publicadas entre las páginas de La Voz para la eternidad de los tiempos, habrá cientos de estos empleadillos públicos -la expresión de empleado público la guardo para quien se ha ganado legítimamente su puesto-, que cuando me vean pasar murmurarán a mis espaldas e incluso me lanzarán furtivas mirada acusadora. Espero que la cosa no pase de ahí. Más qué quieren que les diga. A los columnistas de opinión se nos encarga esa difícil misión de contribuir a mejorar el mundo, y Jerez, donde el pago de la nómina de los empleados municipales es su principal problema económico, quizás podría solventar en gran medida el problema simplemente prescindiendo de muchos empleados en cuyo currículo sólo existe un apellido ligado a una saga de trabajadores municipales, o tal vez una buena amistad con determinado alto cargo.

La Ley (con mayúsculas), que es ese gran argumento al que me encanta agarrarme con fuerza, dice que el ingreso en los cuerpos y escalas de funcionarios se realizará mediante convocatoria pública. Seguidamente añade que el ingreso del personal funcionario se llevará a cabo a través de los sistemas de oposición, concurso-oposición o concurso libres, en los que se garantizarán, en todo caso, los principios de igualdad, mérito y capacidad, así como el de publicidad.

De los tres sistemas de acceso, la Ley considera la oposición libre como el sistema idóneo, reservando el concurso-oposición y, excepcionalmente el concurso, para aquellos puestos donde por la naturaleza de las funciones a desempeñar, sea más adecuado utilizar tales sistemas. Me da la impresión de que quien legisló la norma estaba pensando en aquellos puestos laborales donde se maneja información confidencial o datos comprometedores, tales como ciertos empleos en el Ministerio del Interior, en Hacienda, en la Seguridad Nacional, en los servicios de inteligencia o en los Cuerpos de Seguridad. Casualmente nada de eso tiene que ver con la actual plantilla que soporta nuestro municipio.

Así que, como quiera que de empleados y funcionarios ha ido esta columna, si quieren comentar algo con quien la misma suscribe, como dijo Larra: «Vuelva usted mañana.».