Rebeca Brooks, a la salida de la reunión que celebró con la familia de la niña asesinada Milly Dowler. :: AFP Un «Lo sentimos» encabeza el comunicado de disculpa de Murdoch que se publicará el fin de semana.
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Murdoch sacrifica a su mano derecha para atajar el escándalo

La polémica en Reino Unido se cobra la dimisión de la ejecutiva Rebekah Brooks y provoca una campaña de disculpas públicas

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El escándalo provocado en todo el mundo por el descubrimiento de que el diario británico 'News of the World' incurrió en espionaje telefónico para obtener informaciones exclusivas no solo está minando la imagen y la solvencia del poderoso grupo de comunicación que lidera Rupert Murdoch. Comienza a cobrarse también verdaderas piezas de caza mayor en el seno del conglomerado de medios y ha forzado además al magnate a salir a la opinión pública en una exhibición de disculpas acorde con su poderío económico pero que no logra ocultar el temor a que el incendio de críticas y presiones políticas termine por descontrolarse.

La jornada de ayer debió de resultar interminable para los responsables de News International, la matriz británica del conglomerado de Murdoch. A primera hora de la mañana se conoció la dimisión de Rebekah Brooks, la principal ejecutiva del grupo periodístico en Gran Bretaña. Las intensas presiones de políticos, organizaciones ciudadanas y medios de la competencia en el país ya habían deparado hace unos días un primer intento de renuncia por parte de esta mujer de 43 años que, según reveló ella misma, no le fue aceptada.

El hecho de que la dimisión se haya formalizado al segundo intento indica que Murdoch, que ya renunció al millonario acuerdo televisivo de BSkyB, no ha dudado en sacrificar a una estrechísima colaboradora y poner fin así a la carrera de una de las mujeres más influyentes en el mundo de la comunicación que, a sus 43 años, ve frenada en seco su meteórica progresión desde que en 1989 comenzó a trabajar como secretaria en 'News of the World' hasta que, en 2000, se convirtió en su directora.

En los tres años que Brooks permaneció al frente, el rotativo llevó a cabo miles de escuchas ilegales para obtener información de políticos, personajes famosos y del mundo del espectáculo, deportistas, la familia real británica y, en un salto particularmente doloroso para la clase dirigente y los ciudadanos de las islas, espió a víctimas de los atentados del 7-J en Londres, a familiares de fallecidos en las guerras de Irak y Afganistán y hasta a víctimas de crímenes como la niña de 13 años Milly Dowler.

Precisamente con la familia Dowler se reunió ayer Rupert Murdoch, en un acto que marcó el comienzo de todo un fin de semana de petición de disculpas públicas. El empresario convocó a los familiares de la joven asesinada -de cuyo teléfono se borraron mensajes, lo que hizo pensar que seguía viva- cuando ellos ya conocían la dimisión de Brooks, que su abogado, Mark Lewis, calificó de «poesía judicial». Los Dowler reclaman «un consuelo legal» y la hipótesis de una indemnización económica no llegó a «manchar» la cita.

«Sinvergüenza»

Murdoch apareció en ella «muy modesto, muy sincero» y se declaró absolutamente «conmocionado». El presidente de News Corporation se disculpó ante la familia y, ya en la calle, tuvo que escuchar reproches de «sinvergüenza» por parte de la multitud agolpada a la salida del hotel en el que se reunió con los Dowler. El magnate ha escrito también una disculpa personal por los daños que haya podido causar el escándalo de las escuchas ilegales que, en forma de anuncio, será publicada a lo largo del fin de semana en todos los periódicos británicos. Con el titular de «Lo sentimos mucho», el empresario admite que el diario sensacionalista ya cerrado fracasó al no hacerse responsable de sus actos. «Sentimos mucho todas las graves maldades que han ocurrido, lamentamos profundamente todo el dolor causado a las personas afectadas». «En los próximos días -añade-, mientras tomamos pasos más concretos para resolver estos asuntos y compensamos el grave daño causado, oiréis más de nosotros».

Murdoch y sus más cercanos colaboradores, en particular su hijo James -al frente de los negocios de comunicación europeos-, se han embarcado en una frenética campaña de imagen para contrarrestar los crecientes efectos de todo tipo que provoca el escándalo de las escuchas. El éxito de esta operación para recuperar el terreno perdido todavía está por ver, aunque resultará complicado que proporcione algún resultado antes de la comparecencia de Rebekah Brooks y los dos Murdoch el martes en el Parlamento. Al enjuiciar la dimisión de la ejecutiva pelirroja -a la que la hija del magnate, Elizabeth, acusa de «joder el grupo»-, el líder laborista, Ed Milliband, anticipó que el problema es «la cultura de la organización periodística».

News International representa una parte menor del negocio de Murdoch, pero le proporcionó durante largos años enorme influencia en Reino Unido. Un estatus que se tambalea ya sin remedio.