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CIENCIA

Malaspina regresa con el 'tesoro'

El buque Hespérides llega a Cartagena con 120.000 muestras marinas

Ana Leñador
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La gesta ya está hecha. Con el espíritu de la expedición que liderara Alejandro Malaspina en el siglo XVIII de fondo, la tripulación del buque Hespérides dio por concluida ayer su circunnavegación en el puerto de Cartagena. Siete meses ha tardado la nave en cruzar los océanos con la misión de documentar los fondos marinos. Si en la época del expedicionario el objetivo era conocer los confines del mundo y documentar las más extrañas especies que lo poblaban, ahora esa pretensión se ha trasladado al mayor ecosistema del planeta y el menos conocido.

Un total de 120.000 muestras marinas son las que han tomado los 400 científicos de toda España que han participado en el proyecto, unos fondos extensísimos que darán trabajo a los investigadores durante tres décadas, según el coordinador Carlos Duarte. Gracias a estos restos de agua, aire, gases y plancton, que serán trasladados a varios centros de investigación, los expertos podrán realizar importantes avances en materias como «la biomedicina, la alimentación y la energía», aseguraba ayer entusiasmada la ministra de Ciencia y Tecnología, Cristina Garmendia, que se embarcó en el Hespérides el pasado miércoles para observar cómo se tomaba la última muestra antes de llegar a puerto.

Malaspina 2010, la mayor expedición científica de la historia del país, ha estado liderada por el Centro Superior de Investigaciones Científicas, y ha llegado con un importante 'tesoro' guardado en varias naves frigoríficas. No se trata de joyas y doblones de oro, más bien de microorganismos pero su valor es altísimo. Una de las cosas que más ha sorprendido a los científicos durante estos meses son, como afirmaba ayer Garmendia, el hallazgo de un conjunto de pequeños organismos «capaces de absorber gran cantidad de CO2 en el fondo del mar y plantas que pueden realizar la fotosíntesis a grandes profundidades».

Precisamente gracias a una patente de la Universidad de Cádiz, que mejora el tradicional sistema de botellas oceanográficas, se ha conseguido, por primera vez, tomar muestras a más de 4.000 metros de profundidad. El responsable de este invento es el gaditano Ignacio González Gordillo, embarcado en el Hespérides durante la primera y la última etapa del viaje.

Ya en su primer regreso, después de las Navidades, este biólogo marino constataba los primeros descubrimientos de la expedición, como el hallazgo inesperado de «organismos fotosintéticos que suelen habitar en la capa más superficial del mar, iluminada por el sol, en zonas de gran profundidad». Entonces, la circunnavegación no había hecho más que comenzar y el océano ya deparaba numerosas incógnitas. Preguntas que tendrán que responderse a partir de ahora a través de innumerables estudios e investigaciones. Precisamente Cristina Garmendia se comprometía ayer a realizar todos los esfuerzos posibles para garantizar la financiación de estos estudios con el objetivo de llegar a resultados tangibles.

La colección, en Cádiz

El papel de la Universidad de Cádiz en el proyecto, en el que participan otras universidades españolas, no se reduce al invento de González Gordillo, ya que la institución gaditana ha sido elegida para custodiar la 'colección Malaspina', una selección de 20.000 de estas muestras que formarán un banco que permanecerá sellado durante 30 años para que las futuras generaciones de investigadores tengan una ventana al estado del océano en 2010 y 2011 y puedan investigar. Además, por otro lado, otro compañero de departamento, Fidel Echevarría, fue el encargado de coordinar el apartado de formación, ya que junto al Hespérides, otro barco, el Sarmiento de Gamboa, participó en la expedición Malaspina como buque escuela, donde viajaron estudiantes de todo el país.