Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Sociedad

Cuatro décadas de flechazo

El rey Fahd se enamoró de Marbella en los 70 y se convirtió en su mejor embajador en el mundo árabe

ESTER REQUENA E. REQUENA
Actualizado:

Casualidades de la vida, la guerra del Líbano puso a Marbella en el mapa turístico árabe. En 1974, huyendo del conflicto armado y de las altas temperaturas del Golfo Pérsico, el desaparecido rey Fahd decidió pasar sus vacaciones en la Costa del Sol. Reservó tres plantas enteras del hotel Incosol y el flechazo con la ciudad fue inmediato. El clima, la gente, la comida... y que se podía pasar horas contemplando un espectacular cielo estrellado le conquistaron. Se hizo un fijo de Marbella y su mejor embajador en el mundo árabe. Mandó construir un palacio espectacular para sus veraneos en el Mediterráneo y tiró de chequera para levantar nada menos que una réplica de la Casa Blanca americana. Se involucró tanto en la ciudad que incluso construyó viviendas sociales y donó un millón de dólares al hospital Costa del Sol.

A su estela arribaron otros empresarios árabes para vivir y hacer negocios. Al Midani compró los hoteles Marbella Club y Puente Romano. Años antes, Jihad el Khoury había creado el Don Carlos. También llegaron los Khasoggi, los Ashmawi o los Al Kheijji.

Pero con el 11-M se frenó el desembarco árabe de todos los veranos. No ha sido hasta hace un par de años cuando ha vuelto la pasión por la Milla de Oro. «Este año está viniendo gente que hacía tiempo que no se dejaba ver por la zona y todo gracias a que Marbella está reforzando su posición dentro del circuito de ciudades del Mediterráneo, que es donde debemos estar», enfatiza el empresario Miguel Gómez.

Además, muchos árabes directamente pasan de los lujosos hoteles y optan por comprarse una casa animados por el momento actual, como detalla el propietario del hotel Villa Padierna, Ricardo Arranz. Aun así, muchas de las lujosas habitaciones de su establecimiento -incluida la que ocupó Michelle Obama- están reservadas por una clientela que suele ser «muy buena, pero también muy exigente». Y muy fiel, de ahí que en la ciudad esperan que este idilio vaya para largo.