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El especialista que dirigió la operación, Pedro Cavadas, a la salida del hospital La Fe, de Valencia. :: AFP
Sociedad

«Se puso a llorar cuando vio sus nuevas piernas»

El microcirujano valenciano confía en que el joven trasplantado de ambas extremidades camine en «seis o siete meses» Pedro Cavadas Cirujano

FERMÍN APEZTEGUIA
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Para comenzar, una declaración de principios. «¿Reto? La Medicina no va de retos. Un reto es una patología psiquiátrica de quinceañero trasnochado; y el beneficio neto de conseguir un reto es cero. La Medicina va de aliviar el sufrimiento de las personas». El cirujano valenciano Pedro Cavadas, que la noche del domingo al lunes trasplantó, por primera vez en la historia, las dos piernas a un joven de «veintitantos» años, respondió ayer así al ser preguntado por su próximo desafío profesional. 48 horas después de la intervención, el especialista habló del paciente y de los resultados de la cirugía, muy compleja, pero que parece haber salido bien. Al describir la situación del muchacho, fue gráfico. «Está despierto desde el lunes por la tarde y contento, como dios... Se puso a llorar cuando vio las piernas», contó.

El chico que estos días se recupera de la intervención en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital La Fe, de Valencia, sufrió una amputación traumática de ambas piernas. Un accidente de tráfico se las segó por encima de las rodillas. Una, la derecha, quedó cortada a la altura del fémur y la otra por el tercio discal del fémur. La carretera no le dejó más alternativa que una silla de ruedas. No había posibilidad alguna de adaptar prótesis. Ni por motivos técnicos, ni anatómicos. «Sus posibilidades de caminar eran cero», resumió tajante el médico.

Hace dos años, el muchacho entró en su consulta, adonde acuden muchos pacientes sin remedio en busca de un 'quizás podamos intentarlo'. Quería un trasplante de piernas. «Entonces consideramos la posibilidad de hacerlo y, tras pedir las solicitudes oportunas, la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) lo consideró favorablemente», explicó el microcirujano.

Costó un año localizar el «donante apropiado», el que tuviera las piernas supuestamente más compatibles con las del joven paciente. Apareció el domingo y, sin perder un segundo, se puso en marcha el dispositivo previsto. La operación contó con la participación de un equipo de 50 profesionales sanitarios entre médicos cirujanos, anestesistas, hematólogos, enfermería y auxiliares, entre otros.

Quince horas después

Los preparativos comenzaron a las seis de la tarde del domingo. La dificultad, resumió el microcirujano, era doble, por la constricción de los tiempos y la complejidad propia de la intervención. Las piernas tienen mucho músculo sensible a la falta de riego sanguíneo y si no se conectan rápido al receptor pueden perderse. Cuando se extraen, deben refrigerarse primero para garantizar su conservación y luego deben calentarse para ser implantadas. «Eso genera un ritmo y un estrés a la cirugía muy importante».

Primero se cosió la extremidad derecha y hora y media después se conectó la izquierda. Huesos, venas, arterias, nervios, músculo, piel. Quince horas después, sobre las nueve de la mañana del lunes, la operación se dio por terminada. El paciente fue trasladado a la UCI y Cavadas y los demás se quitaron los guantes de látex. «El paciente se encuentra clínicamente muy bien», pero todavía «pueden pasar muchas cosas. No creo que pasen, pero con cautela, el caso va bien».

Dice el cirujano valenciano que el joven «está encantado de la vida y para salir de la UCI en breve». Pero ahora viene lo más complejo, «un esfuerzo rehabilitador descomunal a lo largo de los años, que terminará con un paciente caminando y beneficiado de todo lo que hemos hecho». Poco a poco. En tres semanas moverá las rodillas; en dos meses logrará estar de pie en una piscina. Al tercero aguantará el peso en el exterior del agua; y «en seis o siete podría estar caminando».