Cuellos largos y sonrisas relucientes
La cordialidad entre Loaiza y González Cabaña y la soledad de Pilar Sánchez marcan la sesión
Actualizado: GuardarEl día de ayer estuvo repleto de emociones. Las de los que llegan, las de los que se van, las de los que no saben que harán hoy cuando se levanten, las de los que hoy no se querrán levantar porque saben lo que tienen que hacer.
Todas las miradas estaban puestas en el primer presidente no socialista de la Diputación gaditana, José Loaiza. Llegó al Palacio Provincial radiante, rodeado de los pesos pesados del partido a nivel regional y provincial. Antes de entrar en el Salón Regio se reunía con ellos y con otros compañeros en una sala contigua. Allí recibía los primeros abrazos, entre ellos el de Francisco González Cabaña, que, a la postre, también sería el primero en abrazarle nada más recibir el bastón de mando. El socialista acompañó al popular hasta el Salón e incluso le abrió la puerta. No fue un gesto de cara a la galería. El clima en el acto de investidura fue cordial, Francisco llamó a José «Pepe» y José llamó a Francisco «Paco».
Los que sí estuvieron a punto de batirse en duelo con los responsables de protocolo de la institución provincial fueron los muchos invitados que se vieron sin sitio para presenciar el acto. Entre ellos, algunos concejales del Ayuntamiento de Cádiz, que por mucho que estiraron el cuello para buscar cualquier rinconcito libre, se tuvieron que conformar con sentarse en las sillas preparadas en los amplios pasillos para ver el acto a través de las dos grandes pantallas colocadas para la ocasión.
Dentro del abarrotado Salón todos iban colocándose en su sitio. Eso sí, alguno tuvo que cambiar su posición. Así lo hizo la exalcaldesa de Jerez y diputada provincial por el PSOE, Pilar Sánchez. De inicio se sentó en la primera fila de los asientos reservados para su partido, formando una punta de ataque de muchos quilates junto a González Cabaña, Pérez Peralta, Fernando López Gil, Alfonso Moscoso y Olga González, pero la llegada de Irene García la devolvió a la realidad y se tuvo que conformar con cederle la primera línea y colocarse en la fila de atrás.
Esa imagen de soledad de la socialista jerezana, a la que no solo no saludó Pedro Pacheco en el momento de prometer su cargo, sino que tampoco se vio demasiado integrada con el resto de compañeros de su propio partido, contrastó con la proyección amable y normalizada que quiso transmitir González Cabaña de la situación de su grupo. No es que sea lo mismo gobernar que hacer oposición, pero, en cualquier caso, nada de dramas.
Y nadie mejor para transmitir el buen humor del PSOE provincial que Mickey Mouse, que estuvo presente en el pleno gracias a Federico Pérez Peralta, que se lo trajo estampado en unos calcetines imposibles.
Si el saber perder de los socialistas era solo fachada solo lo saben ellos. De lo que no hay duda es de que si ayer había alguien alegre eran los miembros del PP. Teófila Martínez se sentó en primera fila del público. La nombraron varias veces, la pusieron como ejemplo de gestora eficiente. Demostró que aunque no sea diputada, tendrá mucho que decir en la provincia en los próximos cuatro años.
Tan felices estaban los populares que ni siquiera se pusieron nerviosos cuando el recuento de papeletas daba un empate técnico entre Loaiza y los votos en blanco. «Alguien habrá metido un par de papelitos pegados», explicó luego Cabaña. Nada, Loaiza fue investido presidente y la euforia de los suyos se contuvo, pero solo un rato, hasta que él mismo dio por levantada la sesión. Empezaron entonces los abrazos, los besos, las felicitaciones. También las despedidas. «Adiós, os voy a echar de menos», le decía una ya exdiputada a un funcionario en el pasillo. «Yo a ti también», le contestaba él. Así es la vida. «Normalidad democrática», que decían ayer. Nada que vaya a pasar a la historia. ¿O sí?