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ESPAÑA

Camacho, el discreto 'cerebro' de Interior

MELCHOR SÁIZ-PARDO
MADRID.Actualizado:

Discreto hasta el punto de parecer tímido y apocado y, muchas veces, hasta esquivo. Sin embargo, durante los últimos siete años, lejos de ser un timorato, se ha convertido en una de las personas con más poder del país, con más de 200.000 funcionarios bajo su batuta. Suyas han sido las verdaderas riendas del Ministerio del Interior, ya sea en la época de José Antonio Alonso, quien le nombró en primavera de 2004, como en la de Alfredo Pérez Rubalcaba. El ahora candidato socialista siempre ha confiado en Antonio Camacho, por mucho que el ya exsecretario de Estado no fuera un nombramiento suyo y que apenas sí lo conociese cuando sus caminos se cruzaron en 2006.

El casi desconocido número dos de Interior, que jamás ha movido un dedo para alimentar su perfil político, da el salto al despacho principal de Palacio de Castellana 5 con un conocimiento absoluto de las entrañas de las fuerzas de seguridad del Estado, de la inmigración, de las prisiones y, sobre todo, de la lucha antiterrorista, que él en persona ha coordinado desde su llegada a la Secretaría de Estado. Suyas, y no del ministro de turno, según reconoce Rubalcaba, han sido las noches en vela a la espera de una llamada telefónica desde el País Vasco o Francia. Desde que este fiscal metido a gestor desembarcara en Interior, 770 presuntos miembros de ETA han sido capturados y han caído seis cúpulas del aparato militar. El propio Rodríguez Zapatero destacó ayer su «dilatada trayectoria» en el Ministerio, en la que «cosechado grandes éxitos en la lucha antiterrorista».

Camacho ha sido el corazón y cerebro de los dos grandes órganos de coordinación impulsados Interior después de los desbarajustes que salieron a la luz tras los atentados del 11-M: el Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista (CNCA) y el Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (CICO). También fue el 'padre' de la reorganización de los servicios anti-islamistas y de los planes para el reforzamiento del control de los explosivos.

Su inmaculado currículum tiene, sin embargo, un gran borrón que le persigue desde hace cinco años: el chivatazo al aparato de extorsión de ETA en mayo de 2006. Camacho ha salido indemne de ese espinoso caso. Ni el juez Pablo Ruz ni la Audiencia Nacional han visto nada raro en las numerosas llamadas que el secretario de Estado hizo al principal imputado del caso, el exdirector general de la Policía Víctor García Hidalgo, en las horas críticas de la delación a los terroristas. Sin embargo, en el PP siguen recordando que el superior director de García Hidalgo no era otro que el nuevo ministro del Interior, que se libró por poco de declarar como testigo en el caso.

Barajas

Su otro gran baldón fue también en 2006, en diciembre. Los servicios de Información de la Policía y la Guardia Civil que controlaba y controla de manera férrea, lejos de prever que ETA iba a romper la tregua con un atentado tan grave como el de la T4 de Barajas en plenas conversaciones entre el Gobierno y los terroristas, apuntaban en sus informes de verificación a la continuidad del alto el fuego.

Nadie en Interior duda por un segundo que su nombramiento ha sido sugerencia de Rubalcaba y que se trata de una apuesta meridiana por la continuidad en la gestión durante los meses que restan de legislatura, un tiempo en el que sería muy difícil para una persona ajena hacerse con los mandos de un departamento con tantas aristas.

Nacido en Madrid 1965, es fiscal desde 1991. Ocupó plazas en los tribunales superiores de Valencia y Madrid, en Vigilancia Penitenciaria, en los juzgados de Getafe y en la Secretaría Técnica. Fue presidente de la Unión Progresista de Fiscales (UPF), colectivo que fundó con el exministro Mariano Fernández Bermejo.