El extraño don de los esquizofrénicos
Actualizado: GuardarNo todos los esquizofrénicos pueden hacerse cosquillas a sí mismos. Solo aquellos que sufren delirios de pasividad. Este extraño don se debe a que tienen un problema en el funcionamiento de una pieza clave situada en el cerebelo, que en el ámbito de la psicología se conoce como «mecanismo comparador», explica el profesor Emilio Gómez. Cuando el cerebro motor da una orden, envía una copia de esta al comparador, donde se almacena. Mientras estamos ejecutando esa acción, nuestros cinco sentidos captan una exhaustiva información sobre cómo se está desarrollando, y esos datos llegan hasta el comparador, donde son contrastados con la hipótesis inicial.
Si la orden inicial y las consecuencias sensoriales de la acción coinciden, el cerebro motor continúa ejecutando nuevas órdenes de manera inconsciente. Pero si la orden y la percepción de cómo se está ejecutando no coinciden, «se activa una alarma, y se conmina al sujeto a prestar atención, pensando que la causa que impide alcanzar la meta es una circunstancia ajena a él, atribuible a una tercera persona o a un cambio en el estado del mundo».
El comparador es el responsable de que no podamos hacernos cosquillas, «porque no podemos sorprendernos a nosotros mismos», ya que siempre coincidirán la copia de la orden y la reentrada sensorial. Esto sí ocurre en las personas esquizofrénicas, que «tienen este mecanismo dañado y creen que su propio pensamiento les ha sido infundido en la mente por una tercera persona, por lo que son capaces de generar este efecto sorpresa. En otras palabras: sienten sus propias cosquillas como si se las hiciera otra persona». Algo parecido ocurre en los enfermos esquizotípicos, un trastorno de la personalidad asociado a la esquizofrenia cuyos rasgos fundamentales son una escasa habilidad social, una baja autoestima y una alta ansiedad.