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FÚTBOL

Del éxtasis al efecto 'Mou'

El seleccionador confía en que Xavi y Casillas, dos capitanes, retomen una amistad rota

I. TYLKO
MADRIDActualizado:

"`Bella España!", "¡La Roja más guapa!", "¡El gol de nuestras vidas!" Titulares y exclamaciones de este tipo dieron la vuelta al mundo cuando Iniesta, en la inolvidable noche del 11 de julio en el modernista Soccer City de Johannesburgo, incrustó el saltarín Jabulani en las redes del gigante Stekelenburg. Tras 116 minutos de incertidumbre, de tulipanes transformados en bestias y de un mano a mano inolvidable ganado por Casillas al escurridizo Robben, millones de españoles alcanzaban el clímax más deseado.

Un golpeo cruzado, décimas de segundo de respiración contenida, puños cerrados, dientes apretados y ¡¡¡goooool!!! El acabose. Fin de sueños rotos, históricas frustraciones e ilusiones truncadas.

Después de trece fases finales disputadas y 80 años de espera, España sellaba su primer título Mundial y daba continuidad a la Eurocopa conquistada dos años antes en Viena. El éxito no era flor de un día. Del Bosque recogió el enorme legado de Luis Aragonés, le dio continuidad o lo mejoró con aportaciones extraordinarias como Piqué, Busquets o Pedrito, ya don Pedro, el canario de los 150 millones de cláusula de rescisión.

El pueblo aparcó la crisis y, jubiloso, se echó a la calle. Desde la capital al último de los pueblos, los balcones se engalanaron con banderas, al fin huérfanas de contenido político. Los comerciantes chinos, rápidos de reflejos, hicieron su agosto con la venta de miles de metros de tela rojigualda. El fútbol, tradicional válvula de escape, unió al país como ningún político hizo jamás. Por una vez, no había lloros por la ocasión perdida, el error de Cardeñosa, la nariz partida de Luis Enrique o el calamitoso arbitraje del egipcio Al Ghandour. La suerte había sonreído en un Mundial irregular. España ya era el octavo país campeón.