Alonso persigue una alegría
La mejoría del Ferrari y la prohibición de los escapes sopladores de los Red Bull acercan al asturiano a sus rivales Saldrá tercero por detrás de Webber, 'pole', y Vettel
SILVERSTONE. Actualizado: GuardarEl Mundial de Fórmula 1 avanza hacia una sentencia inexorable y el tránsito hasta ese día supone una cuestión de tiempo. Con un cuasi-pleno de seis victorias y dos segundos puestos en ocho carreras, la temporada se dirige hacia el segundo título de Sebastian Vettel, el pipiolo que pone nombres de chicas picantes a sus coches como mayor síntoma de carisma y que, apodado 'el frigodedo', enseña su índice cada fin de semana como muestra de hegemonía. Pese a que ese veredicto en lontananza flota sobre la atmósfera F-1, los concursantes no se niegan una alegría para el cuerpo. Fernando Alonso anda en ello. Hoy sale tercero, más cerca que nunca de los Red Bull gracias a la mejoría de salud del Ferrari y al impagable caso de los escapes sopladores.
A media mañana de ayer, el 'paddock' de la Fórmula 1 en Silverstone era una sinfonía de nervios. La coral de frenopático tenía que ver con la venta del producto. Red Bull es demasiado superior. Y lo que en otros deportes se resuelve con la animadversión del público, el rechazo global por falta de diversión o cualquier otra carga de presión, en la F-1 se soluciona por las bravas. Si Red Bull, Ferrari, Renault o McLaren se escapan de la competencia, se les frena sin contemplaciones en los despachos.
Los escapes sopladores son algo así como la guinda del proyecto aerodinámico de Red Bull. El método según el cual el coche se pega más al suelo en las curvas gracias a los gases que genera en la frenada. Red Bull no gana solo por esos aires redistribuidos hacia el difusor, pero a tenor de los nervios de ayer juegan un papel básico en sus victorias.
La polémica se había cerrado en Montreal cuando la FIA dictaminó con su mando a distancia que esa ventaja aerodinámica quedaba anulada en Silverstone. Protestó Red Bull, protestó Renault -su suministrador de motores- y la FIA, en una libre interpretación de las normas a conveniencia del cliente, deslizó que la limitación de los aires no sería casi total, sino solo un 50%. En otro giro de la norma F-1 que se estira como el chicle, lo que ayer era blanco fue finalmente negro por las fuerzas ocultas en los equipos: 10% y sonoro varapalo para Red Bull, que perdió esta batalla de influencias.
Solo una décima
Sobre la pista quedó reflejado el beneficio que a las audiencias y a la competición les hizo el embrollo. Red Bull se colgó otra 'pole', pero por los pelos. Silverstone es perfecto para este coche. Sucesión de curvas rápidas donde el bólido se agarra como una lapa al asfalto, allí donde el efecto de los gases sobre el difusor pueden tener mayor incidencia. En ese escenario, lo normal hubiera sido una limpieza general. Y no sucedió.
Siempre al rebote de cualquier balón suelto, Fernando Alonso se grapó a la espalda de los Red Bull. Logró la 'pole' Webber sin otra música de viento que los malos humos de Vettel, un prodigio predestinado por sus formas a no saber perder, pero Alonso solo se retrasó una décima. Es decir, nada. Un suspiro. En el baremo del piloto español, es su mejor resultado del año un sábado.
Tan cerca de la 'pole', sin el beneficio de los dichosos escapes incomprensibles para la mayoría de mortales, tan rápido como los Red Bull, Alonso sí puede soñar esta vez con una alegría. Eso persigue: «Estar a una décima es un resultado completamente nuevo -dijo-. Es una fantástica noticia para el equipo. Intentaré hacer una buena salida y poner la máxima presión a los Red Bull».