Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Los jugadores de la sub-21 celebran el título europeo. :: H. B. / EFE
MÁS FÚTBOL

Campeones, año uno

Tras lograr el mayor éxito de la historia del fútbol español, Del Bosque solo teme la desunión del grupo

IGNACIO TYLKO
MADRID.Actualizado:

«¡Bella España!», «'La Roja' más guapa», «¡El gol de nuestras vidas!». Titulares y exclamaciones de este tipo dieron la vuelta al mundo cuando Iniesta, en la inolvidable noche del 11 de julio en el modernista Soccer City de Johannesburgo, incrustó el saltarín Jabulani en las redes del gigante Stekelenburg. Tras 116 minutos de incertidumbre, de tulipanes transformados en bestias y de un mano a mano inolvidable ganado por Casillas al escurridizo Robben, millones de españoles alcanzaban el clímax más deseado.

Un golpeo cruzado, décimas de segundo de respiración contenida, puños cerrados, dientes apretados y ¡¡¡goooool!!! El acabose. Fin de sueños rotos, históricas frustraciones e ilusiones truncadas.

Después de trece fases finales disputadas y 80 años de espera, España sellaba su primer título Mundial y daba continuidad a la Eurocopa conquistada dos años antes en Viena. El éxito no era flor de un día. Del Bosque recogió el legado de Luis Aragonés, le dio continuidad o lo mejoró con aportaciones extraordinarias como Piqué, Busquets o Pedrito, ya don Pedro, el canario de los 150 millones de cláusula de rescisión.

El pueblo aparcó la crisis y, jubiloso, se echó a la calle. Desde la capital al último de los pueblos, los balcones se engalanaron con banderas, al fin huérfanas de contenido político.

Los comerciantes chinos, rápidos de reflejos, hicieron su agosto con la venta de miles de metros de tela rojigualda. El fútbol, tradicional válvula de escape, unió al país como ningún político hizo jamás. Por una vez, no había lloros por la ocasión perdida, el error de Cardeñosa, la nariz partida de Luis Enrique o el calamitoso arbitraje del egipcio Al Ghandour. La suerte había sonreído en un Mundial irregular. España ya era el octavo país campeón.

La selección comenzó fatal ante Suiza, pero Del Bosque se mantuvo fiel a su idea, a Busquets de medio de contención, y España reaccionó. Fue de menos a más y se coronó con solo ocho goles a favor y tras cuatro victorias por la mínima.

Villa fue el héroe ante Portugal, Casillas detuvo un penalti milagroso a Cardozo contra Paraguay, Puyol se elevó hasta los altares frente Alemania e Iniesta transformó Fuentealbilla en la capital del mundo. Todos unidos, en las alegrías y en las penas, como un matrimonio ejemplar. Al margen de la calidad, sobre todo en un centro del campo de seda sin parangón, todos los protagonistas destacaron la armonía y el buen rollo en el seno del grupo como claves del éxito.

¿Qué ha cambiado desde entonces? ¿Vendrán más éxitos? Existe la certeza de que el equipo es extraordinario, la cantera inagotable y la clasificación para el Europeo de Polonia y Ucrania está en el bolsillo, pero también la incertidumbre de saber si las peleas de los 'clásicos' han dejado secuelas.

En cuanto a resultados, han empeorado este año pero solo en amistosos. Todavía empalagados por el éxito y el escaso descanso estival, la selección retomó el curso con cierta indolencia. Pobre empate en México, cura de humildad en Argentina y goleada injustificable en Portugal. Por suerte, la selección solo tiraba prestigio en los amistosos. En competición, mantuvo el pulso.

Solo conoció la victoria en su camino hacia la Eurocopa en la que defenderá título. No necesitaron maravillar los de Del Bosque para vencer fuera a Liechtenstein, Escocia y Lituania, y en casa a los propios bálticos y a la República Checa. Con 15 puntos, 'La Roja' aventaja en seis a los checos, segundos en litigio, y en once a los 'outsiders' del grupo. Una diferencia abismal. Sobre el papel, los tres partidos oficiales que quedan en este año, el 6 de septiembre ante Liechtenstein, en Logroño, el 7 de octubre en Praga y cuatro días después ante Escocia, en Alicante, serán meros trámites.

La calidad de los jugadores y el éxito de la cantera no auguran dificultades a corto plazo. A medio y a largo, ya será más complicado encontrar otro Xavi porque, sencillamente, no existe un centrocampista igual. Después de 39 victorias, un empate y cuatro derrotas en sus tres años como seleccionador, el trabajo de Del Bosque es ya más de psicólogo que de entrenador. Reconoce que no hay que minimizar el problema de las deterioradas relaciones entre madridistas y azulgranas, la base de la selección.

Seguramente, nada volverá a ser igual tras los cuatro 'clásicos' casi seguidos, sobre todo por la final de Copa en Mestalla y la eliminatoria de 'Champions'. Serán compañeros de trabajo y buenos profesionales pero no amigos. Al seleccionador no lo inquieta tanto que Piqué y Sergio Ramos no sintonicen o que Arbeloa y Villa se pisoteen en los duelos inter-clubes y luego compartan vestuario, pero sí que Xavi y Casillas, dos capitanes, hayan roto.

Coincidieron en todas las selecciones inferiores, donde fraguaron una buena amistad de la que siempre presumieron a pesar de la rivalidad en sus equipos, pero terminaron el curso sin hablarse. Al azulgrana le indignó que felicitase al portero, tras la consecución de la Copa del Rey, y que no le contestara, ni siquiera a través de SMS o de correo electrónico, cuando el Barça conquistó la Liga y, sobre todo, la 'Champions' de Wembley.

El ambiente en la concentración de la última gira por Venezuela y EE UU invita al optimismo. No hubo dificultades de convivencia y las heridas parecieron restañadas. Pelillos a la mar. Del Bosque, empero, reconoce que sería absurdo afirmar que todo es de color de rosa y que las relaciones son magníficas. El técnico dejó claro que no abusará de la mano izquierda para reconducir la situación. ¿Una amenaza? Si observa que el grupo se daña por una actitud individual, cortará por lo sano.

Con Mourinho en el banquillo blanco y la aplastante superioridad del Barça y el Madrid sobre el resto, lo lógico es pensar que las batallas se recrudezcan en Liga, Copa del Rey, 'Champions' y la Supercopa que se avecina en agosto. Ocho duelos directos se antojarían demasiado para que el grupo de la Eurocopa no se resquebraje.