Tipos nocivos
La política monetaria del BCE castiga a España y a los países periféricos que ven obstaculizada su capacidad de crecimiento
Actualizado:Como estaba previsto, el BCE subió ayer los tipos de interés un cuarto de punto hasta el 1,5% pese a el bajísimo crecimiento de varios países periféricos y a la crisis de deuda en la zona euro. Trichet ha justificado esta decisión con el argumento de reducir la inflación, que se situó en junio en el 2,7%, para aproximarla al 2% a medio plazo, un objetivo necesario para que la política monetaria contribuya al crecimiento económico. Sin embargo, la realidad es que la medida es apropiada para los países centrales de la UE, y para Alemania en particular, país que está creciendo ya por encima del 3% y que debe embridar sus tensiones sobre los precios, pero no para los demás. La medida, hay que decirlo claro, es contraproducente para España. Primero porque, como ha reconocido la ministra Elena Salgado, «la economía se ha desacelerado en el segundo trimestre», y dependemos del turismo y las exportaciones para no sufrir una recaída en la recesión. Y, segundo, porque el alza de tipos llega cuando la inflación en España ya se ha estabilizado y previsiblemente se situará en el 2,5% al cerrarse el ejercicio; y ello a causa de la desaparición de los efectos del precio del petróleo con respecto al año pasado y los de la subida del IVA en julio de 2010, que, además, tuvo una incidencia negativa en la negociación colectiva. Es de suponer que Salgado frenará, en la medida de lo posible, todas las propuestas gubernamentales -la última, la euroviñeta de Blanco- que actúen contra el crecimiento; porque la realidad es que muy difícilmente cumpliremos la previsión gubernamental de crecer un 1,3% este año. Esta coyuntura llevará muy probablemente a la necesidad de un nuevo ajuste -de unos 3.000 millones de euros si el desfase es del 0,3%- para cumplir el compromiso de déficit del 6%. La política monetaria del BCE, extendida sobre un tejido de 17 países que no tienen todavía una política económica común, se dicta teniendo en cuenta intereses y objetivos promedios, de forma que siempre salen damnificados los países perífericos, cuyos problemas deberían tenerse más en cuenta. Lo cual constata que el euro no dará respuestas eficaces a todos los países socios hasta que se consigan una fiscalidad común y una toma de decisiones centralizada que, lógicamente, requerirán mayor legitimidad democrática con más integración política.