Economía, política y sociedad
Actualizado: GuardarEn nuestra bahía llevamos semanas recibiendo malas noticias: cierres de factorías y empresas, situaciones embarazosas en algunas instituciones públicas, ralentización en infraestructuras básicas para el desarrollo del Bicentenario...todo ello en el marco de una crisis nacional de mayor calado del esperado. Preocupa la gravedad de las cifras del paro y las situaciones familiares y sociales que ocultan y evidencian. El progreso y el mantenimiento de una población sólo puede provenir del esfuerzo de sus individuos organizados en colectividad atendiendo a las carencias, necesidades y preferencias de todas las personas. Conviene saber que los trabajadores del sector público en nuestro país constituyen el 15% de la población activa, mientras que en la provincia suponen el 25%, y que la producción de renta es cinco veces más intensa en la actividad privada que en la pública. Lógicamente una población podrá distribuir más y mejor su renta en función de su propia producción. Corren tiempos difíciles para sociedades como la nuestra por la deslocalización laboral impulsada por la globalización. Aunque muchas empresas en nuestra región sigan teniendo rentabilidad, son conscientes de que los beneficios alcanzables en otros países pueden ser superiores.
Según Aristóteles el ser humano es social por naturaleza y eso le lleva a ser un animal político. Otros pensadores hablaron también del 'homo economicus', aquél que se comporta de manera racional ante los estímulos económicos, que se informa y actúa en consecuencia. La gradación evolutiva de desarrollo desde el individuo hacia la organización social, las instituciones políticas y el sistema económico parece haber cambiado ostensiblemente en los últimos tiempos. Hoy se presenta la economía como la dimensión dominante, mediatizada por la política, y en última instancia aparece el interés por la sociedad civil y una leve preocupación por los individuos.
Se observa un desinterés político por la fortaleza y la integridad personal de los individuos. Lo que interesa es el individuo desintegrado, disperso, anulado y sin convicciones éticas personales, espectador pasivo, con poca capacidad crítica. Se fomenta un hedonismo que a la larga desemboca en un escepticismo y una debilidad de carácter nada acordes con lo que los tiempos reclaman. Un primer paso es mostrar indignación con el funcionamiento de los sistemas financiero y político (15-M, 19-J y lo que queda). Pero lo que viene no es tarea fácil. Repuntaremos algo este verano pero el otoño será duro y padeceremos las limitaciones y deficiencias económicas y políticas. Si el individuo es pobre, la sociedad y la democracia también lo serán. Por ello deben resurgir las personas fuertes, críticas, con fondo interior, ideas y sentimientos claros, dispuestas a arrimar el hombro.