Ha tardado 53 años en dar el "sí, quiero", pero Alberto de Mónaco no ha dejado nada al azar. Ni siquiera la letra pequeña que esconde su matrimonio. Nada menos que cinco años está obligada Charlene Wittstock a permanecer junto al monarca del pequeño Principado siga o no enamorada de él. Por la cabeza ni se le puede pasar separarse o divorciarse hasta dentro de un lustro. Pero la cosa no queda ahí. Al parecer, durante el tiempo que dure la sagrada unión, la exnadadora también está obligada por contrato a darle un hijo que asegure la sucesión directa al trono monegasco. ¿Le habrán hecho las pruebas de fertilidad como en su día le practicaron a Grace Kelly? Con los Grimaldi todo es posible.
Y eso mientras aumentan los rumores sobre otros dos hijos ilegítimos que tendría Alberto, lo que ya elevaría su "otra" familia a nada menos que cuatro miembros. Alguno nacido incluso cuando ya era "novio oficial" de la ahora princesa de Mónaco. Una de las supuestas amantes amenaza con aguarle al recién estrenado matrimonio la luna de miel contando, vía una generosa exclusiva, todo el romance y pidiéndole públicamente las pruebas de paternidad. Todo un culebrón.
