El presidente de la SGAE, Teddy Bautista, en 2010. :: A. ALDAI / EFE
Sociedad

El imán de todos los odios

El antiguo líder de 'Los Canarios' escaló a la cumbre del poder ejecutivo y modernizó la obsoleta sociedad de gestión de derechos Teddy Bautista Presidente del Consejo de Dirección de la SGAE

MADRID. Actualizado: Guardar
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Acumula tanto poder como inquina. Eduardo Bautista, Teddy para el mundo, es el imán de todos los odios desde que accedió a la cima del poder ejecutivo en la Sociedad General de Autores (SGAE). Convertido en el 'gran recaudador' unánimemente detestado -lo confirma un paseo por Internet- lleva años al mando de un sociedad de gestión de derechos que maneja cientos de millones de euros. Su insaciable afán recolector 'toca el trigémino' e incendia los ánimos de la sociedad civil que vuelca sus iras contra quien que hasta el jueves llevó el timón de la implacable SGAE. La que vigila bodas, banquetes y conciertos benéficos (funerales no, que sepamos) para exigir, de acuerdo a la ley, liquidaciones por derechos de autor. La misma SGAE que impide que la música suene en peluquerías o bares que no pasen por caja, que abrió el frente del canon digital y la persecución de los 'manteros' y que desbordó el vaso de las antipatías al declarar la guerra a la piratería y a la barra libre en Internet.

Bautista presidía el Consejo de Dirección de la SGAE desde 1995. Logró siempre revalidar el respaldo de los agradecidos socios. Por última vez en las elecciones del jueves, esta vez sin estar en la lista de la que salieron 30 de los 38 miembros de la nueva directiva.

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria el 27 de mayo de 1943, Eduardo Bautista García es músico, arreglista, compositor y productor, e hizo sus pinitos como actor. Irrumpió en la música en los 60, como voz, guitarra y líder de 'Los Canarios'. Triunfaron con temas como 'The incredible Miss Perryman' para la película 'Pepermint Frappé', de Carlos Saura, y 'Get on yor knees' (Ponte de rodillas) canción del verano en 1968. Evolucionaron del soul al rock instrumental y progresivo. Pioneros en la música electrónica, se atrevieron a versionar las 'Cuatro estaciones' de Vivaldi en el álbum 'Ciclos'.

Disuelto el grupo, Bautista inició una carrera en solitario y participó en la versión ibérica de 'Jesucristo Superstar', como Judas Iscariote. Aprovechó el tirón del musical en los ochenta, y también tomó parte en 'Annie'. Tuteló a Camilo Sesto, Aute o Rosa León cuando trató de enderezar su carrera como productor. Como compositor firmó temas para Ana Belén o Miguel Ríos.

Menos brillante es su paso por el cine, en el que debutó en 'Demasiado para Galvez' en 1980. Insistió en filmes tan poco memorables como 'Buscando a Perico', 'Café, coca y puro' o 'Terroristas', y compuso las bandas sonora de 'Juana La Loca. de vez en cuando', 'Las huellas del lince' o 'El aroma del Copal'.

Por entonces Bautista deja de lado la creatividad y la interpretación y aplica sus energías la gestión de derechos en una agonizante SGAE, en cuya junta estaba desde de 1977. Cinco años después era vicepresidente, puesto desde el que pilotó una radical modernización, dejando algo de lado el teatro y el cine y poniendo el foco en la música popular y en la internacionalización.

Los internautas alzaron el hacha de guerra cuando se legisló contra las páginas que facilitan descargas no autorizadas. Internet echó humo y las redes sociales crujieron a la SGAE cuando reclamaron un 10% de lo recaudado en taquillas durante varios a años por las representaciones populares de 'Fuenteovejuna' y 'El Alcalde de Zalamea'.

Demonizado, la hoguera que consume a Bautista sigue alimentándose con todo tipo de 'combustible', contraponiendo la presunta mendicidad de su primera esposa, a la escandalosa cifra de su salario, un cuarto de millón de euros al año y el compromiso de 24.000 euros mensuales para su jubilación.