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ENRIQUE HUGUET

CARLOS ARANDA
PRESIDENTE DE LA PEÑA CADISTA SAN FELIPE NERIActualizado:

Cuando en septiembre de 2010 el descenso al pozo de la 2ª División B y la asfixiante deuda sentenciaban definitivamente la impopularidad del accionista mayoritario y hasta entonces presidente del Cádiz CF SAD, provocaban la diáspora de buena parte del cadismo y la negativa de varios conocidos aficionados a asumir la presidencia de un club que se debatía entre el abandono y la descomposición, Enrique Huguet, atendiendo la petición de Muñoz más que a la de su propia familia, quiso dar un paso al frente para asumir en el peor momento imaginable y por una temporada un cargo y una responsabilidad con los que tenía mucho que perder y nada que ganar.

Moviéndose en el estrechísimo margen que quedaba entre la voluntad última del accionista mayoritario y los estrictos recortes presupuestarios de los administradores concursales, justo es decir que Enrique Huguet no pudo lograr sus más importantes objetivos. Pero antes que calificar su presidencia de simple y rotundo fracaso, también es justo reconocer que en medio del temporal ha sabido mantener con dignidad sus criterios en asuntos importantes demostrando así no ser la marioneta de nadie. Dando explicaciones sin esconderse, expresándose y actuando con sinceridad y prudencia, restañando heridas hasta recuperar las buenas relaciones con diversas entidades del fútbol modesto de nuestro entorno, reconociendo la responsabilidad y la deuda que los dirigentes del club tenían con la afición, soportando caricaturas y ofensas y ofreciéndose a dialogar sin límites ni exclusión, Enrique Huguet ha querido y sabido ser un bálsamo contra el aumento del descontento y la crispación a la espera de tiempos mejores y ganarse el respeto de quienes injustamente se lo negaron desde un principio.

Una breve temporada en la presidencia ha de concederle pocos renglones en la historia centenaria de nuestro club, pero habrá sido un plazo suficiente para dejar entre esos renglones y en el recuerdo de los aficionados la huella profunda de un cadista y un caballero.