SIN APARECER
Actualizado:Al aspirante a dormir en el complejo de Moncloa, don Mariano Rajoy, a partir de próximo año le están creciendo los enanos. Y, desde luego, no desde las trincheras 'rojas', que son pocas y, además, andan desconcertadas, sino desde varios puntos diversos del amplio frente conservador (colmado, por cierto, de antiguos 'rojos' que se pasaron a la derecha dura de la patria española sin salvoconductos). La zozobra es unánime y roza la condición de clamor, aunque tampoco hay dramatizar en exceso: la sociedad nacional desea conocer el recetario político y económico del sosegado líder Rajoy para salvar a la Patria de un hipotético conflicto a lo griego y que la deuda soberana española no se acabe convirtiendo en una inquietante copia la terrible deuda soberana griega del presidente Papandreu.
Lo venimos contemplando desde días atrás a través de los canales universales de la televisión digital. Papandreu tiene menos papeles que Rajoy, y nada bueno se puede esperar de este espeso silencio del notable Griñán, un señor en el trato cotidiano y extremadamente prudente en la frívola y procelosa vida política española.
Aunque en los últimos días se ha asomado por el escenario político nacional el líder andaluz de la coalición Izquierda Unida, Diego Valderas, reclamando y recordando su condición de hijo fiel de la izquierda española de las últimas décadas, y ofreciéndose, junto a su organización, para pactar con el socialismo malherido o con una pretendida fuerza centrista capaz de arremangarse y entrar en liza.
El prócer que sigue sin aparecer públicamente es Alfonso Guerra, quien en la última legislatura se ha dejado ver menos que uno de esos millonarios excéntricos que suelen refugiarse en los paraísos fiscales. Pero Alfonso volverá y a lo grande. Conserva numerosos afectos internos en el histórico PSOE que sobrevivió, primero, a la complicada noche franquista y, posteriormente, Guerra se convirtió en una referencia mítica para señoras y señoritas bien intencionadas y para obreros con conciencia política y de dilatados pasados entre rejas. En tal aspecto, el complejo Guerra siempre fue un avezado equilibrista que supo interesar a centristas bien intencionados y de conciencias frágiles. González le debe mucho, y no digamos el cura Chinarro, al que Dios tenga en su infinita gloria.